
La falta de información oficial marca el paso del asesinato de los dos colaboradores de la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Clara Brugada. Nadie sabe quién apretó el gatillo, por qué lo hizo, quién dio la orden de disparar. Conocemos el cómo: un sicario anónimo descargó las 12 balas del cargador de una nueve milímetros contra el coche sin blindar de Ximena Guzmán. Ocho tiros acabaron en su cuerpo, los otros cuatro en el de su compañero, José Muñoz, ambos del equipo de confianza de la alcaldesa. Conocemos el cuándo: el martes, a las siete de la mañana, en plena hora punta de tráfico. Conocemos también el dónde: sobre la calzada de Tlalpan, una de las arterias más transitadas de la capital. Y hasta ahí. Nadie lo ha reivindicado oficial ni extraoficialmente, off the record, como sucede en ocasiones con este tipo de crímenes.

