
Varias manifestaciones después de la segunda mitad del Siglo XX se llamaron marchas del Silencio e intentaron serlo. Pero solo un par lo fueron verdaderas marchas del Silencio. La madre de toda ocurrió el 7 de febrero de 1949, ese día un cuarto de la población de Bogotá bajó de todas partes de la ciudad y de muchos otros lugares del país hasta la Plaza de Bolívar, más de 100.000 personas atendiendo un llamado en una ciudad que apenas superaba los 400.000 habitantes.
Nadie ondeaba las banderas negras ni repetía pregones ni vivas ni insultos, nada absolutamente se movía o se escuchaba en la Plaza de Bolívar, y era así porque una persona lo había pedido, el Jefe, Gaitán, que ante esa masa intimidantemente quieta y callada se dirigió al presidente Mariano Ospina y los conservadores gobernantes para pedirles una sola cosa: que dejaran de matar a su gente, a los campesinos liberales que amanecían colgados de los árboles en las plazas de los pueblos, a las mujeres que amanecían violadas y asesinadas en sus propias casas, a los dirigentes populares en los barrios y a cualquier ciudadano que mostrara simpatía por el partido liberal que amanecían con una enorme rajada en su cuello y la lengua expuesta por esa herida.
“Señor presidente, esta enlutada muchedumbre, estas banderas negras, este silencio de masas, este grito mudo de corazones, os pide una cosa muy sencilla: que nos tratéis a nosotros, a nuestras madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos, a nuestros bienes, como querrías que os tratasen a vos, a vuestra madre, a vuestra esposa, a vuestros hijos, a vuestros bienes”.
Ese día, dicen, los historiadores, y seguramente lo supieron miles entre la muchedumbre, Gaitán firmó su sentencia de muerte, porque la élite gobernante, y hasta los de su propio partido entendieron que las mayorías del país irían hacia donde él las condujera. Un hombre que era capaz de lograr el silencio absoluto en la manifestación más grande en la historia del país pidiendo el fin de la orgía de violencia en las ciudades y pueblos, no podía ser otra cosa que una amenaza. Gaitán fue asesinado dos meses después de la Marcha del Silencio.
Después de ese 7 de febrero ocurrieron otras. La del 25 de agosto de 1989, promovida por estudiantes en todo el país tras el asesinato de Luis Carlos Galán, fue el germen del movimiento de la séptima papeleta que impulsó la Constituyente.
Convertida entonces en marca por los políticos, en símbolo de gigantescas movilizaciones ciudadanas, cada tanto aparecieron marchas del silencio, todas menores a las anteriores mencionadas, en convocatoria y también en motivaciones. La última con ese apelativo fue la del 25 de mayo de 2021, promovida sobre todo por empresarios y sectores de la derecha que buscó hacerle contrapeso a las movilizaciones masivas del Estallido Social.
Este domingo 15 de junio nuevamente el país está convocado a otra marcha del silencio, convocada principalmente por sectores de oposición al gobierno del presidente Gustavo Petro y en rechazo al atentado cometido contra el senador Miguel Uribe. La manifestación fue anunciada en al menos diez ciudades principales y se espera que Medellín y el Oriente antioqueño tengan las asistencias más masivas, en lo que, ineludiblemente, es también un pulso político en medio del álgido debate nacional por la reformas sociales y la Consulta Popular decretada por el presidente.
En Medellín, la concentración arrancará a partir de las 10:00 a.m. desde avenida Oriental, concretamente desde la clínica Soma, hasta llegar a La Alpujarra cerca del mediodía. En el municipio de La Ceja arrancará a las 10:00 a.m. en el centro comercial La Ceja. En Rionegro arrancarán a las 9:00 a.m. desde el parqueadero del estadio Alberto Grisales hacia la Plaza de la Libertad.
“Este domingo también, como muchos otros sectores del país, participaré en la Marcha del Silencio. Honremos a nuestras instituciones donde hoy habita la defensa del Estado de Derecho y la Constitución. Mis pensamientos y oraciones siguen con Miguel Uribe y los suyos”, fue la invitación que hizo el gobernador Andrés Julián Rendón. Se espera que la primera plana del uribismo marche en Antioquia, aunque también otras figuras políticas relevantes del departamento anunciaron también su participación en la marcha, como el precandidato presidencial Sergio Fajardo. De hecho, la mayoría de los 50 precandidatos presidenciales anunciaron su asistencia a la marcha.
El desafío que tiene esta nueva marcha del silencio es lograr canalizar la emotividad e indignación que vive actualmente una parte de la ciudadanía en una manifestación que logre ser masiva, y materializarla en un día del Padre y después de lo que parece ser un agotamiento de las calles tanto de una como de otra orilla, pues si bien las marchas convocadas una y otra vez por el gobierno Petro han languidecido cada vez más, las de la oposición, citadas con frecuencia desde 2023 y que han tenido nombres rimbombantes como “la madre de todas las marchas” también han arrojado baja convocatoria en todo el país, salvo en Medellín que generalmente han encontrado receptividad.