
A pesar de los avances logrados por las mujeres en las últimas décadas en los países iberoamericanos, las desigualdades a las que se enfrentan siguen siendo evidentes. Menor participación en el mercado laboral, empleos precarios, salarios inferiores o pensiones más bajas son solo algunas de las brechas que siguen lastrando los avances hacia la igualdad. Detrás de buena parte de estas situaciones encontramos la organización social de los cuidados, entendidos como todas aquellas acciones necesarias para el sostenimiento de la vida, y que siguen recayendo desproporcionadamente en las mujeres. Según datos de ONU Mujeres, las mujeres dedican en promedio entre 2 y 4 veces más tiempo a estas tareas que los varones, reduciendo en gran medida el tiempo de que disponen para su propio desarrollo personal, ocio, participación política y social y, por supuesto, para la formación y el empleo remunerado.