Cada 16 de julio, Colombia celebra una de sus festividades religiosas más sentidas: el Día de la Virgen del Carmen, advocación mariana que ha conquistado el corazón de pueblos enteros, y cuya devoción se extiende por los cinco continentes.
En el Oriente antioqueño, su figura no solo es objeto de veneración religiosa, sino también un símbolo histórico y cultural profundamente entrelazado con el origen y la identidad de varios municipios de la región.
En este territorio del este antioqueño, cuatro municipios han adoptado oficialmente a la Virgen del Carmen como su patrona: El Carmen de Viboral, La Ceja del Tambo, Guatapé y Abejorral. Cada uno guarda una historia particular que explica la elección de esta advocación como protectora y guía espiritual.
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Abejorral: una devoción fundacional
La devoción a la Virgen del Carmen en Abejorral se remonta a los orígenes mismos del municipio. Según registros históricos, fue traída por los primeros pobladores, quienes establecieron un lugar de culto en honor a esta imagen mariana cerca del naciente poblado.
Uno de los personajes centrales de esta historia es José Pablo de Villa, reconocido como fundador del municipio hacia 1790, quien organizaba celebraciones religiosas en honor a Nuestra Señora del Carmen. En 1829, cuando el templo local fue elevado a parroquia, se declaró a la Virgen del Carmen como patrona oficial de la nueva jurisdicción eclesiástica, consolidando así una tradición de más de dos siglos.
La Ceja del Tambo: devoción heredada
La historia cejeña está profundamente marcada por el legado espiritual de sus fundadores. Uno de ellos, también José Pablo de Villa, tenía una fuerte devoción por la Virgen del Carmen, lo que influyó decisivamente en que la advocación fuera proclamada patrona del municipio. Además, la elección de esta Virgen tiene un componente simbólico: La Ceja fue llamada inicialmente “Valle de Santa María” por los colonizadores españoles, por lo que el patronazgo mariano rinde también homenaje al primer nombre del municipio. Esta conjunción entre tradición familiar, identidad cristiana y recuerdo histórico selló la figura de la Virgen del Carmen como protectora de La Ceja.
Guatapé: la patrona de los conductores
La devoción en Guatapé tiene un carácter profundamente simbólico. Allí, la imagen fundadora de la Virgen del Carmen aún es venerada con una corona imperial, recordando que la fundación del municipio tuvo como hecho central la construcción de una capilla en su honor. Esta imagen ha sido, desde los tiempos coloniales, signo visible de la religiosidad de sus primeros pobladores y sus descendientes, quienes mantienen una especial devoción por la Virgen y celebran sus festividades patronales cada mes de julio. El patronazgo en Guatapé no solo tiene un carácter espiritual, sino también identitario, pues la Virgen es vista como la madre protectora que acompaña cada proceso del pueblo.
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El Carmen de Viboral: una parroquia nacida bajo su nombre
La historia del municipio de El Carmen de Viboral tiene a la Virgen del Carmen en su núcleo fundacional. Desde su fundación el 13 de abril de 1752, por el Pbro. Fabián Sebastián Jiménez de Fajardo y Duque de Estrada, el asentamiento recibió el nombre de “Carmen” por parte de sus primeros colonos, quienes establecieron una hacienda de recreo con capilla incluida, bajo esta advocación. El poblado fue creciendo con la llegada de jornaleros, indígenas tahamíes de la tribu Quiramas, y esclavos que se dedicaban a las labores agrícolas y forestales.
En 1787, una imagen de Nuestra Señora del Carmen fue traída desde Quito, y veinte años después, en 1807, la comunidad solicitó la creación oficial de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Viboral, con límites definidos y reconocimiento eclesial. Desde entonces, la Virgen no solo es protectora espiritual, sino referente identitario del municipio que lleva su nombre.
Más allá de los pueblos: una devoción universal
Aunque cada municipio tiene su propia razón para haber adoptado a la Virgen del Carmen como patrona, todos coinciden en su significado trascendental: María como madre, intercesora y guía en los caminos de la vida. Su imagen ha sido símbolo de belleza, contemplación, solidaridad y auxilio. Ya sea a través del escapulario, en los templos o en los vehículos, su presencia ha acompañado a generaciones de creyentes.
Esta devoción, que nació entre los carmelitas del Monte Carmelo y que fue reforzada con la aparición mariana a san Simón Stock en 1251, ha recorrido siglos y continentes, estableciéndose como una de las expresiones más firmes del catolicismo popular. En Colombia, y especialmente en Antioquia, su fiesta es una mezcla de historia, cultura, espiritualidad y comunidad.
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