
Nadie ve Eurovisión por las canciones. Si un compositor tiene una buena canción, se la guarda para otro momento. Miren lo que le pasó a Guille Milkyway, que presentó un hit popero como era La revolución sexual y el público prefirió la insufrible charlotada del Chiki-chiki (sigo sin encontrarle la gracia, después de casi veinte años). Rigoberta Bandini propuso Ay mamá (con una ejecución que dejaba bastante que desear, dicho sea de paso) y cogieron esa cara B de un disco malo de Solange Knowles (la hermana de Beyoncé) que era SloMo.