
Hasta el año pasado, nadie presagiaba que el Sodalicio de Vida Cristiana, aquella organización ultracatólica fundada a inicios de los setenta por el laico peruano Luis Fernando Figari, sería suprimida. Más de uno había perdido la fe en la justicia que imparte la Iglesia con quienes la envilecen tomando su nombre. Pero en enero de 2024, el papa Francisco, tras conocer la violación sistemática en contra de los derechos humanos de decenas de personas, disolvió al Sodalicio en una de sus últimas grandes decisiones.