La historia de Dilan: de sobrevivir a Orión en la comuna 13 a ser un activista trans en Medellín

hace 1 mes 8

La violencia y la crueldad deambulaban por los callejones empinados y las pequeñas casas que parecen apretarse a violencia y la crueldad deambulaban por los callejones empinados y las pequeñas casas que parecen apretarse en la comuna 13 de Medellín. Allí, donde se respiraba el conflicto en cada esquina Dilan, un hombre trans que hoy ronda los cuarenta años, nació, creció y, por “un milagro”, sobrevivió a la época de la Operación Orión en San Javier.

Fue allí, entre balas y silencios forzados, donde Dilan descubrió su verdadera identidad, aunque el entorno y el odio hicieran todo lo posible para que se retractara. Desde pequeño, Dilan sabía que no era mujer. Su reflejo le era extraño, ajeno y, a pesar de los vestidos que su familia le obligaba a usar, nunca dejó de sentirse hombre. A medida que crecía, su expresión de género comenzó a tomar forma, usaba ropa holgada y caminaba con una seguridad que desafiaba las miradas y los comentarios de los vecinos.

Sin embargo, las dificultades no se limitaron a su entorno familiar o social. En los consultorios médicos, las puertas también se cerraban. ”Eso no es de Dios”, le decían convencidos de que su deseo de consumir hormonas no era más que una confusión.

“Yo fui de los primeros hombres trans de Medellín en hormonizarme. Llegaba a los consultorios y eso era nuevo para los médicos, me tocaba explicarles que me tenían que recetar”. A Dilan le tocó luchar por su derecho a ser él mismo, en una ciudad que no estaba lista para entender.

Creció siendo un hombre trans en las calles angostas que creaban un laberinto perfecto para esconder el tráfico de drogas y ser el campo de batalla entre los Comandos Armados del Pueblo (un grupo de milicias que operaban activamente en la comuna 13) y los paramilitares, que se disputaban el control del barrio.

La situación se volvió insostenible para Dilan durante la Operación Orión, cuando ya no solo sufría una guerra social por su identidad de género, sino que la comuna se enfrentaba a un operativo militar entre el 16 y 17 de octubre de 2002 que buscaba erradicar a las milicias guerrilleras. Esa intervención dejó una marca imborrable en San Javier, donde ocurrieron ejecuciones extrajudiciales, 105 desapariciones forzadas y 87 asesinatos, sin contar los casos que nunca se denunciaron.

Dilan trabajaba en un puesto de comidas rápidas y después de su jornada se veía con Sara, su novia. Frente a la comunidad, Dilan ya se identificaba como un hombre trans, por lo que los chismes y comentarios hirientes eran el pan de cada día. Sin embargo, uno de los comandantes paramilitares de la zona se obsesionó con Sara y la invitaba a salir. Ella se negó explicándole que estaba con Dilan, lo que desató un deseo por quitarlo de su camino.

Días después, mientras Dilan esperaba a Sara en el restaurante de un amigo, el peor episodio de su vida se desencadenó. “Yo ya le caía mal al comandante porque él quería estar con mi novia”, recuerda. “Esa noche, llegaron cinco paramilitares, me tiraron al suelo y me arrastraron como un trofeo por toda la loma hasta el alto. Ese era el lugar donde ya no volvían a salir las personas”.

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En el alto los esperaban cinco hombres más, todos armados. “Se quitaron las correas, me quitaron la camisa y comenzaron a golpearme con las hebillas. Dos de ellos dijeron: ‘Este ni chilla, está tan metido en ser hombre que ni llora’. Les respondí: ‘No les voy a llorar, eso es lo que les gusta, que les supliquen. Mátenme’” Pero en vez de matarlo, lo torturaron y lo violaron. “Me decían que así me iban a gustar los hombres y volvería a ser mujer”, cuenta. Después, uno de ellos le dio un cachazo en la cabeza, dejándolo inconsciente.

Cuando despertó, estaba siendo llevado a donde un médico por una persona que nunca pudo identificar. “Estaba muy oscuro, no se quién me salvó. Sólo sé que era una persona pequeña”, relata Dilan. Lo llevaron al hospital, donde pasó tres meses en coma. Antes de despertar, recuerda escuchar a su abuela llorar junto a su cama, preguntándose quién había sido capaz de hacerle tanto daño a su nieto. “Cuando desperté, las enfermeras me dijeron: “Un hombre morenito, bajito, lo trajo, pero nadie sabe quién es”.

Las cicatrices de esa noche todavía están en su cuerpo: marcas de las hebillas en los brazos y las piernas, junto a una cicatriz queloide que atraviesa su pecho en la mitad.

Después de este episodio, Dilan tuvo que ser un errante entre los pueblos de Antioquia para que nadie supiera que contra todo pronóstico estaba vivo. En una ocasión, al volver a Medellín mientras caminaba por el Centro, vio a uno de sus agresores. El hombre, al reconocer a Dilan, rápidamente huyó. “Cuando los paramilitares bajaban al Centro se encontraban con quienes desplazaron o agredieron, y muchos de ellos resultaban muertos en venganza”, recuerda.

Dilan batalló con su guerra interna producto de una batalla externa entre dos bandos.

Aún con capítulos de depresión, nunca dejó de luchar por su identidad. “Me tocó volver a nacer”, dice al recordar cómo, después de tantos obstáculos, logró cambiar su cédula, su nombre y su identidad legal, convirtiéndose en uno de los primeros hombres trans en Medellín en lograr este derecho.

Dilan se ha convertido en un referente para la población trans en Medellín. Fundó la Red Popular Trans, y trabaja con organizaciones como Caribe Afirmativo y la Corporación Petra, luchando por los derechos de las personas trans.

Además, ha lanzado su propio proyecto: Transcend Store, una tienda de ropa inclusiva, se encuentra en Instagram como @Transcend_store_ o en Facebook como transcend STORE, que ofrece productos diseñados para la población LGBTIQ+, con el objetivo de dar visibilidad y espacio a las identidades que, como la suya, fueron maltratadas al punto de intentar ser erradicadas. Él resistió.

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