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La Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), una de las agencias más importantes para la seguridad nacional y la defensa de los intereses estatales en el exterior, está pasando por una preocupante inestabilidad en su jefatura, pues en menos de dos años ha tenido dos directores.
Carlos Ramón González, su actual director, renunció este viernes, en medio de un escándalo que lo salpica por su presunta participación en las irregularidades y coimas de la Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd).
Apenas estuvo en el cargo cinco meses, en reemplazo de Manuel Casanova, quien a su vez regentó la Institución durante un año y medio.
Los dos, desmovilizados de la guerrilla del M-19, contaban con experiencia política e insurgente, pero no con conocimientos sobre la Inteligencia civil estatal.
Casanova tuvo que hacer un curso básico en la Escuela de Inteligencia y Contrainteligencia General Ricardo Charry Solano, porque no entendía la información que le estaban reportando ni los métodos de trabajo del personal.
Durante el mandato de estas personas, de acuerdo con fuentes de la entidad, la DNI sufrió un grave deterioro de su operatividad y credibilidad ante las agencias homólogas.
Además, su sesgo político ha incidido en el abandono de fuentes y procesos de análisis en países críticos para la geopolítica colombiana, como Nicaragua, Cuba, España y Venezuela.
“Tienen a varios analistas ocupados en descubrir si hay un golpe blando contra el Gobierno. Creo que de ahí viene el interés de sacar a los oficiales de Inteligencia, para evitar un supuesto golpe de Estado que no está sino en la imaginación del Presidente”, recalcó un funcionario, en una entrevista realizada con este diario el mes pasado.
Ahora, tras la salida de González, la entidad de nuevo afronta un vacío en su dirección. ¿Será que el próximo designado por Gustavo Petro sí será un experto en Inteligencia?
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