¿Hijos fríos?
Resumen: Es contranatural que un padre pretenda el amor, la validación o el cuidado de sus hijos para llenar sus propias carencias y vacíos
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El corazón de muchos padres y madres se estruja hoy al enfrentarse a la indiferencia o la frialdad de sus hijos adultos. Escuchamos frases cargadas de dolor: “yo le di todo, no entiendo por qué es así”, o “me ignora y me contesta mal, a pesar de mis sacrificios”. Esta frustración es real y profunda, pero encierra una dolorosa paradoja. La clave no está en la cantidad de cosas o comodidades que se ofrecieron, sino en cómo se entregaron. ¿Fue amor incondicional o aprobación condicionada al rendimiento? ¿Fue contención emocional o miedo disfrazado de férrea disciplina? La respuesta a esta pregunta incómoda es, con frecuencia, el espejo que nos devuelve el dolor.
Es crucial entender esta dinámica: tu hijo no heredó tu carácter, heredó tu forma de defenderte del dolor. La distancia o el silencio que hoy te lastima es, a menudo, el estilo emocional que tú normalizaste por años en casa. Hagamos un ejercicio de memoria honesta y responsable: ¿Recuerdas cómo le hablabas cuando se equivocaba? ¿Alguna vez lo corregiste sin humillarlo? ¿Cuántas veces lo hiciste llorar y no lo consolaste porque «tenía que aprender»? Un solo grito, un desprecio o una humillación no se desvanecen; se alojan como una espina emocional que enseña al niño que la única forma de estar seguro es cerrar el corazón.
Así se manifiesta una ley universal de las familias, el mayor es siempre quien nutre y cuida al pequeño. Es contranatural que un padre pretenda el amor, la validación o el cuidado de sus hijos para llenar sus propias carencias y vacíos. El jardinero no puede pretender que sus plantas le rieguen y le cuiden a él. Cuando los padres intentan que sus hijos les den aquello que ellos mismos no recibieron o no supieron darse, generan una deuda emocional grave en su contra. Y si tú mismo no recibiste de tus padres la nutrición emocional debida, no es obligación de tu hijo dártela. Su frialdad no es desamor, es la manifestación de una herencia emocional.
Piensa en el testimonio que se repite en tantas familias: «mi papá se queja de que soy frío, pero cuando yo era niño, solo me hablaba para corregirme. Nunca me dijo que estaba orgulloso. ¿Por qué tendría que confiar ahora o abrazarlo si nunca lo hizo conmigo?». Cuando el hijo te responde con monosílabos, la reacción automática suele ser: «¡Qué malagradecido! Le he dado todo». Esta victimización es una barrera que impide la sanación, pues nos exime de reconocer nuestra propia parte: la forma distante, dura o incluso cruel con la que modelamos la expresión emocional.
El llamado a la reflexión es urgente y el momento de la acción. Si sufres la frialdad de tu hijo o hija, es momento de desmontar lo que sin querer le enseñaste. Te propongo un ejercicio transformador en tres pasos. Primero, haz memoria con honestidad –no desde la culpa, sino desde la responsabilidad– y pregúntate: ¿Le enseñé a sentirse seguro y a confiar en mí? Segundo, reconoce tu parte sin pedir nada a cambio; un simple «Sé que no siempre fui suave contigo, y me gustaría empezar a reparar eso» abre más puertas que mil reclamos.
Finalmente, construye un nuevo vínculo desde la humildad, no desde la exigencia. La ternura de tu hijo puede florecer, pero tú debes dar el primer paso reconociendo y aceptando el rol de padre o madre. El dolor que hoy sientes porque tu hijo se aleja es la repercusión del dolor que él cargó en silencio durante su infancia. Solo quien formó esa dinámica puede ayudar a transformarla. El cambio es un acto de valentía y de amor incondicional no se trata de obtener el afecto, sino de sanar la herida para que el amor pueda, finalmente, fluir.
Es hora de actuar. Desmonta el muro de la herencia emocional. Deja de exigir lo que no sembraste y empieza a nutrir lo que siempre debiste cuidar. Tu hijo es duro contigo, sí, pero solo porque tú, con heridas y silencios, le enseñaste a protegerse. Rompe ese ciclo hoy. ¿Qué pequeño paso de humildad y ternura estás dispuesto a dar para empezar a cosechar la confianza mañana?
Las opiniones que aquí se publican son responsabilidad de su autor.

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