Han pasado cuatro meses desde que se confirmó el asesinato de los cuatro niños en Las Malvinas, Guayaquil, y hay una certeza: fueron torturados por miembros de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE). Cuatro de los 16 militares procesados por el caso admitieron que sus víctimas sufrieron golpes, puñetazos y una ejecución simulada antes de ser abandonados desnudos en Taura, una parroquia rural al sur de Guayaquil tomada, como tantas otras, por el crimen organizado.
