“La ilusión de mi vida era montar mi propio negocio, como había hecho mi padre. No hay nada mejor que trabajar para ti”. Susana Expósito (ingeniera técnica, de 55 años) cuenta cómo tras un despido en la empresa de informática donde trabajaba decidió hacer realidad su sueño. En mayo de 2022 abrió su centro de manicura y pedicura D-uñas en Madrid. Le costó algún tiempo dar el paso por la falta de experiencia en el sector de la belleza, pero los responsables de la cadena (con 190 tiendas en España y América Latina) la animaron y utilizó su indemnización para que su establecimiento viera la luz. Expósito optó por una franquicia porque, como asegura la presidenta de la Asociación Española de la Franquicia (AEF), Luisa Masuet, el modelo “permite que quien quiere una aventura empresarial, pero no tiene conocimientos para ello, se alíe con una marca reconocida, que ya cuenta con un modelo de éxito probado, y le lleve de la mano”. Es su gran ventaja. Al tiempo que el mayor inconveniente es que el empresario no puede hacer lo que quiera, sino lo que marque el contrato con el franquiciador, dice.