El Carmen de Viboral: entre la historia y el mito, los espantos que habitan su memoria

hace 2 días 6

Terror, leyenda y tradición se entrelazan en las narraciones populares que han sobrevivido a través de generaciones en este municipio antioqueño.

Entre las calles decoradas con mosaicos, los campos verdes, y en los recuerdos de sus habitantes más longevos, aún persisten las historias de seres fantásticos y aterradores que, según la tradición oral, rondaban El Carmen de Viboral en épocas pasadas. Estas leyendas, más allá de su carácter sobrenatural, funcionaban como mecanismos de control social y moral, o para inventar excusas ante alguna situación que no se quisiera explicar, pero también como parte fundamental del imaginario colectivo carmelitano.

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Entre las figuras más recordadas se encuentra “El Chucho”, un viejo de aspecto desagradable que servía de advertencia para los niños desobedientes. “Ahí viene el chucho” era la frase que los padres utilizaban para infundir temor y asegurarse de que los pequeños no se alejaran de casa.

También destacan “Los Ingleses Chupasangres”, descritos como hombres altos y flacos que, según se creía, secaban a sus víctimas chupándoles la sangre. Eran el terror de quienes transitaban solos por los campos, ya que, según la tradición, aparecían a cualquier hora del día.

Otra aparición tenebrosa era “La Batacarriel”, una anciana fea que portaba un carriel gigante donde encerraba a los niños que se demoraban en la calle. Quienes caían en sus manos, contaban después que amanecían llenos de moretones y raspaduras.

La “Bruja Bartola”, por su parte, era conocida por su vida alegre y su habilidad para encantar a los arrieros con su música. Hija de la madre Celestina, vivía en una casona entre San José y Chaverras, y se dice que dejaba a sus visitantes sin un centavo, pero tan complacidos que siempre regresaban.

“Bermúdez”, un hacendado rico y pendenciero, era temido por sus ataques a mujeres jóvenes. Montado en su mula, a la cual le hacía rastrillar sus herraduras, perseguía a sus víctimas hasta dejarlas inconscientes, para luego abandonarlas en parajes solitarios. Se dice que, incluso después de muerto, su espíritu deambula por los caminos reales por orden de “la Pelona”.

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Otra leyenda que causaba pánico entre los niños era la del “Judío Errante”, quien, a diferencia de la versión europea, era de aspecto normal pero temido por secuestrar a los menores por largas horas, soltándolos solo tarde en la noche.

Finalmente, “El Barbado”, un hombre real pero de fama escurridiza, era conocido como el “Duende” por su habilidad para aparecer en varios lugares casi al mismo tiempo. Aunque con el tiempo se supo que usaba su bicicleta para lograr sus “proezas”, su leyenda de hombre sobrenatural, ya sea por duende o por tener algún tipo de pacto con alguna entidad, lo acompañó toda la vida.

Estas historias, transmitidas de generación en generación, forman parte del patrimonio cultural inmaterial de El Carmen de Viboral, recordándonos que, en cada rincón de este territorio, habitan no solo personas, sino también memorias y fantasías que dan identidad a un pueblo.

Con información tomada del libro El Carmen de Viboral, 251 años.

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