Hay que reconocer que Ed Sheeran hace magia. Miren esta imagen de anoche: él con una guitarra acústica en el escenario cantando una historia sobre un amor adolescente. Solo él, su voz melosa y unos rasgueos a unas cuerdas para producir una canción premeditadamente meliflua. Quizá la interpretación apenas sirviera para entretener una sentada en un parque a la fresca, si es que esa temperatura se podía encontrar anoche en algún lugar del sofocante Madrid. Pero la respuesta a esta economía de recursos creativa fue inmensa: 70.000 personas rendidas al terciopelo que salía por los altavoces. ¿Lo ven? Este hombre es un mago.