Cuatro generaciones de barro y tradición: la familia Cardona mantiene viva la alfarería en El Carmen

hace 3 semanas 9

Desde hace más de 45 años, la familia Cardona ha sido preservadora de una tradición que moldea con las manos: la alfarería. Liliana Cardona, integrante de la tercera generación, cuenta con orgullo cómo este oficio artesanal ha unido a su familia durante décadas, convirtiéndose no solo en una fuente de sustento, sino también en un legado cultural.

Todo comenzó con su abuelo, quien, tras años de trabajar en la industria ceramista, decidió independizarse y fundar su propio taller junto con cuatro de sus hijos. Desde entonces, el taller ha sido hogar de un proceso artesanal que parte del barro rojo y blanco como materia prima para dar vida a recipientes, esculturas y piezas únicas cargadas de historia y creatividad.

“Ya hoy en día no está mi abuelo ni un tío, entonces quedaron tres. Trabaja también mi mamá, que se encarga de otro proceso similar a la cerámica. Hace aproximadamente cinco años entramos mi hermano y yo, que somos la tercera generación. Y en este momento trabajan dos niños de la cuarta generación un sobrino y un hijo que ya están aprendiendo este arte para seguirlo replicando”, relató Liliana Cardona a DiariOriente. 

La pandemia representó un punto significativo para el taller. “Cuando creímos que nos iba a tocar cerrar, decidimos innovar con un nuevo proyecto”, recuerda Liliana. Desde entonces, además de las piezas tradicionales, han incursionado en la elaboración de esculturas para obras de arte y espacios decorativos, explorando nuevos horizontes sin perder la esencia artesanal.

El barro se remoja hasta obtener una pasta, se trabaja en moldes de yeso, se seca, se pule, y finalmente se hornea durante entre 14 y 16 horas en un horno con capacidad para hasta 3.000 piezas. “Nosotros no desperdiciamos nada, así ya esté quemado. Todo lo reciclamos”, afirma Liliana.

Sin aditivos químicos y con un compromiso profundo por la sostenibilidad, el trabajo de esta familia es una invitación a valorar lo hecho a mano, lo local y lo auténtico. “Queremos que la gente conozca nuestro trabajo limpio, orgánico y artesanal”, concluye Liliana, mientras el torno sigue girando y la tradición continúa viva, moldeada por las manos de quienes crecieron entre barro, fuego y herencia.

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