Este municipio del Oriente antioqueño es reconocido a nivel nacional e internacional no solo por su colorido y arquitectura única, sino por una tradición que va más allá de lo estético: los zócalos. En cada fachada de sus casas, se esculpe la memoria viva de sus habitantes, haciendo de este lugar un museo a cielo abierto donde cada imagen tiene un significado profundo.
“Cada zócalo de Guatapé es una historia: la de una familia, un individuo, una calle, una comunidad. Pero también es la historia de una actividad familiar, comercial, educativa, laboral, cultural o profesional”, expresó Álvaro Idárraga, historiador del municipio a DiariOriente.
@diarioriente_ #GentedelOriente ¦ Guatapé pueblo de Zócalos, paraíso turístico de Antioquia. Un lugar lleno de color donde las paredes «hablan». #Colombia ♬ sonido original – Diarioriente.comEl origen de esta tradición se remonta a 1919, cuando se elaboró el primer zócalo con un motivo judeocristiano: la imagen del «Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Según cuenta Idárraga, este fue elaborado con lanas traídas desde veredas cercanas donde criaban ovejas, utilizadas en los altares del Corpus Christi.
El segundo motivo nació de una necesidad práctica. Con la llegada de los primeros bultos de cemento desde Rionegro, transportados a lomo de mula, los habitantes comenzaron a utilizarlo para reforzar las bases de sus viviendas. Así, los zócalos surgieron como una forma de proteger las paredes del frío, la humedad y los animales que transitaban libremente por las calles: chivos, patos, cerdos, entre otros. Incluso los niños de la época, que jugaban bolas y canicas en la vía, representaban un riesgo para las frágiles tapias, por lo que los relieves ayudaban a evitar daños.
Pero con el tiempo, lo que empezó como una solución funcional, se transformó en una expresión artística y de identidad.
Hoy, en Guatapé existe toda una comunidad de zócaleros: mamposteros, artesanos y artistas que dan vida a estas piezas únicas. “El zócalo para Guatapé es el blasón; es el escudo de la comunidad que representa un sentir”, afirma Idárraga.
Este proceso es profundamente comunitario. A menudo se realizan convites, jornadas donde familias, amigos y vecinos se reúnen para pintar y restaurar zócalos. Además, existen acuerdos municipales para su protección, reconociendo su valor patrimonial y cultural.
En Guatapé, cada zócalo es mucho más que una decoración: es una declaración de orgullo, historia y pertenencia. Un legado que sigue creciendo, mural por mural, paso a paso, como una crónica colectiva que se escribe con colores y cemento.