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Manuel Atanasio Girardot Díaz nació el 2 de mayo de 1791 en San Jerónimo, Antioquia, hijo de Louis Girardot, un comerciante y minero francés, y Marta Josefa Díaz, oriunda de Antioquia. Desde joven, Girardot mostró inclinaciones tanto por las leyes como por la milicia. Estudió en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Bogotá, obteniendo su título en Leyes en octubre de 1810, en pleno contexto de los movimientos independentistas.
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Pero Girardot no se limitó a la vida académica. Inspirado por el fervor revolucionario que se vivía en el virreinato de la Nueva Granada, se unió al ejército republicano y, en poco tiempo, destacó por su valentía y arrojo, ganándose la confianza de altos mandos como Antonio Baraya, con quien luchó en la batalla del Puente de Palacé en 1811. Esta fue una de las primeras victorias importantes para las fuerzas independentistas, y para Girardot, sin duda, que con apenas 19 años demostró ser un líder nato en el campo de batalla.
A medida que su carrera militar progresaba, también lo hacía su reputación como un joven valiente y decidido. Fue ascendido rápidamente, y en 1813 se unió a la famosa Campaña Admirable, liderada por Simón Bolívar, que tenía como objetivo liberar Venezuela del dominio español. En ella comandaba la vanguardia de las fuerzas granadinas y su participación fue crucial en la toma de ciudades como Mérida y Trujillo.
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El 30 de septiembre de 1813, Girardot, que hoy es recordado como un prócer, encontró su destino final en la batalla de Bárbula, en Venezuela, pues mientras lideraba a sus hombres, cargó al frente con una bandera en mano, cuando una bala enemiga lo alcanzó, atravesando su corazón.
Bolívar, profundamente conmovido por su muerte, lo describió como uno de sus oficiales más valientes y en honor a su sacrificio decretó que el Batallón 4º de La Unión, al que pertenecía Girardot, llevaría su nombre para siempre. Razón por la que hoy, tanto Colombia como Venezuela continúan honrando su memoria.
Además de su impacto en el campo de batalla, el legado de Girardot se extiende hasta la actualidad, siendo uno de los héroes más destacados de la historia de Colombia: su nombre ha sido inmortalizado en múltiples formas, una de las más simbólicas siendo el estadio Atanasio Girardot de Medellín, hogar de grandes eventos deportivos y culturales en la ciudad.
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