“Vivimos con el temor de que, si nos tomamos un día libre, nos sustituya otra persona. Hay otras trabajadoras domésticas que están dispuestas a cobrar menos. Incluso cuando estamos enfermas, nuestros jefes nos piden que vayamos a trabajar y que descansemos después”, dice Sangeeta M., una empleada doméstica de 30 años, que vive en la ciudad de Bangalore, en el Estado meridional de Karnataka, India.
