
Si el afecto se midiera en decibelios, Joan Manuel Serrat habría batido todo récord este jueves, durante su visita a la FIL de Guadalajara. El público que ha logrado entrar a la sala lo ha recibido como el símbolo que es en México —un cariño de ida y vuelta—, pero más ruidoso ha sido el que se ha quedado fuera, batallando con los letreros de cupo lleno, al grito de “¡puertas abiertas con Serrat!”. Ya lo dijo su cuate, Joaquín Sabina: hay amores que matan y el estruendoso amor de sus seguidores casi termina con un acto que el cantautor ha abandonado molesto, durante un cuarto de hora, por la imposibilidad de escuchar a su interlocutor, su viejo amigo Benito Taibo.



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