¿Medellín necesita mar o espacio público?

hace 8 horas 6

¿Medellín necesita mar o espacio público?

Resumen: El déficit de espacio público efectivo —aquel dedicado al esparcimiento y el encuentro— es un síntoma de una ciudad que privilegia el concreto sobre el bienestar de sus ciudadanos

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Durante años, la frase «a Medellín solo le falta mar» ha resonado en la cultura paisa, evocando la idea de que un destino de playa sería el toque final para hacer de la ciudad un paraíso turístico. De hecho, la Alcaldía capitalizó esta idea, anunciando con gran bombo y platillo que la ciudad tendría su propio «mar». La iniciativa, sin embargo, genera un debate crucial: ¿Está Medellín enfocando sus esfuerzos en lo que realmente necesita?

El reciente anuncio sobre la construcción de una piscina de olas y una playa artificial en el Complejo Juan Pablo II, bajo el nombre de «Gran Parque Medellín», generó un revuelo mediático. Más allá de la estrategia política o la forma de vender la idea, el proyecto se ha desviado la atención del verdadero problema que enfrenta la ciudad: la crítica escasez de espacio público. Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda entre 10 y 15 metros cuadrados de espacio verde por habitante, Medellín apenas alcanza los 4,8. Esta cifra, que nos ubica en una «pobreza extrema» de áreas de esparcimiento, no solo es un dato frío, sino una deuda urbana que afecta directamente la calidad de vida de sus habitantes.

El déficit de espacio público efectivo —aquel dedicado al esparcimiento y el encuentro— es un síntoma de una ciudad que privilegia el concreto sobre el bienestar de sus ciudadanos. El Plan de Ordenamiento Territorial (POT) se propuso una meta de 7 m²/hab, pero la realidad muestra que estamos lejos de alcanzarla. En lugar de priorizar áreas de encuentro, la gente se refugia en los centros comerciales, lo que refleja la falta de lugares adecuados para el esparcimiento al aire libre y contribuye, sin duda, a problemas de salud mental. La inversión en infraestructura deportiva y recreativa es bienvenida, pero no puede ser la única respuesta.

El «Gran Parque Medellín» contempla una inversión millonaria para piscinas, pistas y el famoso «mar artificial», pero ¿realmente responde a la necesidad más apremiante de la ciudad? Si bien estas obras pueden ser un referente para el deporte y el ocio, el problema de fondo persiste. No se trata solo de construir un par de oasis, sino de garantizar que cada barrio, cada comuna, tenga acceso a espacios públicos de calidad: parques, plazas y zonas verdes donde la gente pueda respirar, interactuar y vivir en un entorno más sano.

La inversión en infraestructura deportiva es positiva, pero es necesario un enfoque más amplio y equitativo. La salud mental de los ciudadanos está intrínsecamente ligada al acceso a espacios donde puedan desconectarse del ruido y el estrés de la vida diaria. Las ciclovías, los senderos peatonales y las zonas de encuentro no son un lujo, son una necesidad. La ciudad necesita respirar y, para lograrlo, no bastan las obras monumentales. Es fundamental una política pública que promueva la creación y recuperación de espacio público en todos los rincones de la ciudad.

El debate no es si se invierte o no en infraestructura, sino dónde y por qué. La pregunta que la ciudadanía debe plantearse es si un «mar» de cemento, por muy atractivo que parezca, es la solución a nuestra deuda de espacio público. El verdadero desafío de Medellín no es tener un mar, sino un océano de áreas verdes y de encuentro que nutran el tejido social y mejoren la calidad de vida de todos, no solo de quienes puedan acceder a un complejo deportivo.

Es tiempo de pasar del eslogan a la acción. Debemos exigir a nuestros líderes un compromiso real con el espacio público, no como una estrategia de marketing, sino como una prioridad de ciudad. Invirtamos en más parques, más plazas y más zonas verdes. Fomentemos la discusión sobre cómo podemos, como ciudadanos, apropiarnos y cuidar estos espacios. El verdadero mar que necesita Medellín no es artificial, es un compromiso colectivo para construir una ciudad más justa, más verde y, en esencia, más vivible.

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