En Torroella de Montgrí, Girona, hay un skatepark gris y anaranjado, con barras, escalones y bajadas donde los chavales van con sus patinetes a pasar la tarde. Cuando Nile y Daniel tenían 13 años y eran “los pequeños” del grupo, solían ir a este lugar a menudo. Allí conocieron a Joan, dos años mayor que ellos. Joan vivía frente al parque y su familia dejaba la puerta de casa siempre abierta. A Joan lo conocían porque era el tipo de 15 años que bajaba al skatepark con un contrabajo y se ponía a tocar.