Lo cuenta el Evangelio de Lucas: “Jesús entró en el templo y comenzó a expulsar a los que vendían, diciéndoles: ‘Está escrito, mi casa será casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones’” y 21 siglos después Danny McBride lo corrobora con su serie Los Gemstone, una divertida visión de ese submundo de los telepredicadores estadounidenses, decididos a convertir la difusión de la buena nueva en un espectáculo audiovisual con una finalidad esencial: el enriquecimiento personal, y con una peculiaridad: que no hay Jesucristo que los expulse.