
Salta la notificación. Uno de los 350 miembros del grupo de Telegram acaba de enviar la fotografía de una joven estudiante oaxaqueña en falda, que hace un rato regresó a su casa de la escuela. Comienza la cascada de mensajes en el chat: “Es imposible no mirar cómo se le acomoda la falda”, “sube más”, “¿qué usa, tanguita?”, “está re deli”. La perturbadora conversación da un giro más siniestro cuando uno de los interlocutores revela quién mandó la imagen: “Arriba creo que dijo que era su hija o hijastra”. Son parte de los mensajes revelados a finales de noviembre por el Colectivo DLR, un pequeño equipo de hackers que lucha contra la violencia digital. En el grupo de Telegram había adultos, pero también menores. La publicación en redes de la conversación derivó en una investigación de la Fiscalía de Oaxaca, que comenzó a entrevistar a alumnos de las dos preparatorias de la capital, donde estudian las víctimas. Pese a la gravedad del tema, supone solo una de las cientos de denuncias que el Colectivo DLR dice recibir a diario.

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