Éxtasis azul carbayón

hace 6 horas 5

Éxtasis azul carbayón

Resumen: Caminar por las calles de Oviedo es estar dentro de una olla que empieza a hervir con la esperanza de darle la vuelta a un 0-1 adverso en el partido de ida.

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Hasta que me llegó el turno de entenderlo, nunca comprendí cómo se podía ser hincha del equipo de una ciudad en la que no naciste, y más aún si esa ciudad está en otro país y si ese equipo alterna entre la segunda y la tercera división desde hace 24 años. Quién me iba a decir a mí, que siempre pensé que mis latidos se acelerarían únicamente con los goles del Atlético Bucaramanga, que décadas después estaría allí, en el corazón del Principado de Asturias, apoyando con el alma en un viaje exprés, junto a mi novia y los demás corazones ovetenses, el épico ascenso del más reciente, aunque viejo conocido, inquilino de LaLiga.

Para la inmensa mayoría, el nombre de Oviedo no significa absolutamente nada mientras que los más sibaritas rápidamente lo identificarán como la casa de los premios Princesa de Asturias. Pues allí, en la ciudad de la reconquista donde se jugó parte del Grupo 2 del Mundial de España 82, desde principios del milenio todo su pueblo no tiene un sueño diferente que la humilde ilusión de ver a su equipo, el Real Oviedo, ascender a la máxima categoría del fútbol de la que se despidieron dolorosamente en el ya lejano año 2001. Con mis propios traumas del descenso provocados hace tres lustros por la irregularidad del Atlético Bucaramanga, no pude más que sentirme identificado con el sufrimiento de su hinchada.

Sábado. Caminar por las calles de Oviedo es estar dentro de una olla que empieza a hervir con la esperanza de darle la vuelta a un 0-1 adverso en el partido de ida. Las avenidas empiezan a colmarse de azul marino en las camisetas de los transeúntes, las ventanas de los edificios y hasta el agua de las fuentes en las plazoletas. El peso de la desilusión por los fracasos acumulados durante más de dos décadas y las dudas que afloran son combatidos al grito del “¡Volveremos, volveremos!” de Melendi que se escucha espontáneamente y se corea al unísono y sin excepción en los restaurantes, los supermercados y, por supuesto, las sidrerías de toda la zona.

La ansiosa añoranza del sabor de la gloria se percibe desde la vetusta estatua de la inmortal Regenta de Leopoldo Alas Clarín hasta “La Maternidad” de Botero en la Plaza de la Escandalera, frente a la cual han desfilado escritores de la talla de Haruki Murakami, Mario Vargas Llosa, Doris Lessing, Günter Grass, Paul Auster y hasta nuestro querido Álvaro Mutis en su peregrinación hacia el Teatro Campoamor para recoger de las manos del Rey el máximo galardón de las letras españolas. Las mismas gaitas que cada octubre homenajean al laureado de turno estarán en la cancha del Carlos Tartiere entonando el “Asturias, Patria Querida”, grito de guerra de la provincia en pleno.

Medianoche. Oviedo hace erupción en un éxtasis azul carbayón que ni siquiera nuestro perro se quiere perder. Juntos, en familia, celebrando un 3-1, in extremis, que 24 años después nos devuelve al Olimpo ibérico donde compiten los auténticos colosos de este deporte. Hoy, más que nunca, ¡Hala Oviedo!

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Redacción Minuto30

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