Cuando en la pasada edición de la Berlinale el documental —ahora candidato y favorito al Oscar— No Other Land ganó el primer premio en su categoría, se encendió una llama que todavía arde en esta 75ª Berlinale. Sus directores, el palestino Basel Adra y el judío israelí Yuvak Abraham, protestaron por la situación que aún hoy viven los habitantes de la franja de Gaza. No fueron los únicos, ni los más contundentes, y la onda expansiva alcanzó a todo el arco político alemán, hasta el punto de que la ministra de Cultura, Claudia Roth, afirmó días después: “Las declaraciones fueron alarmantemente parciales y se caracterizaron por un profundo odio hacia Israel”. En Alemania, cualquier mención al conflicto árabe-israelí viene marcado, obviamente, por el Holocausto.