En el Fútbol, El Talento no Siempre se Ve a Primera Vista
Resumen: El que tiene talento encuentra respuestas. Se adapta. Se reinventa. Aprende a convivir con el error sin que este lo paralice
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En el fútbol se ha confundido demasiadas veces el talento con la habilidad individual, con el gesto elegante, con la gambeta vistosa, con esa estética que seduce al espectador y que, sin dudas embellece el juego. Pero no siempre lo estético es lo más decisivo, ni lo más útil. El talento, aunque a veces se manifiesta de manera silenciosa, es otra cosa.
El talento es lo que les permite a los futbolistas escribir su propia historia. Y no lo digo desde una intuición romántica, lo dicen las estadísticas, los recorridos profesionales y las experiencias acumuladas en el campo de juego. Sin embargo, existe una tendencia peligrosa: confundir estilo con talento. Creer que quien juega “lindo” necesariamente juega mejor, o que quien destaca pronto está destinado a llegar lejos. Y es ahí donde comienzan los dolores de cabeza.
En las primeras etapas de formación, esta confusión se vuelve especialmente delicada. Muchos formadores terminan privilegiando la destreza visible por encima de la capacidad profunda. El talento en realidad, es la capacidad de aprender. Cuando mayor es la facilidad para comprender los detalles de una disciplina, para asimilar información y transformarla en soluciones, mayor es el talento. El jugador talentoso no es solo el que ejecuta bien, sino el que entiende más y mejor.
El que tiene talento encuentra respuestas. Se adapta. Se reinventa. Aprende a convivir con el error sin que este lo paralice. Se da más oportunidades porque su techo de aprendizaje es alto, casi siempre más alto de lo que él se imagina. El talento no garantiza el éxito, pero bien trabajado, aumenta el margen para alcanzarlo.
Esta diferencia se percibe claramente en el día a día con los deportistas. Hay jugadores que muestran una capacidad de aprendizaje acelerada en edades tempranas y sobresalen rápidamente sobre sus compañeros. Pero ese desarrollo precoz no siempre es sinónimo de talento. Muchas veces se trata de ventajas temporales que, con el paso del tiempo, se diluyen. El desarrollo prematuro puede impresionar; el talento sostiene.
No es un fenómeno exclusivo del fútbol, también ocurre en el arte, la música, en el ámbito académico. La precocidad suele llamar la atención, pero la verdadera grandeza aparece en quienes siguen aprendiendo cuando los demás se detienen.
En los deportes de conjunto, el talento individual está ligado a las soluciones que el jugador es capaz de brindar al equipo. A cómo su estilo dialoga con los problemas que plantea el juego. A su capacidad de innovar, de descubrir nuevos recursos frente a exigencias cada vez más complejas. Porque el fútbol, como la vida, es dinámico: cuando crees que ya tienes todas las respuestas, el juego te cambia todas las preguntas.
Tal vez por eso el talento no siempre se ve. A veces no deslumbra, no grita, no se exhibe. Pero piensa, aprende y resuelve. Y al final, casi siempre, termina dejando huella.
Las opiniones que aquí se publican son responsabilidad de su autor.

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