“El Jean Book de mi mamá”: a desempolvar los cuadernos de recetas de las madres

hace 2 semanas 8

Por Alvaro Molina
@casamolina_fizebad
@molinacocinero

Mi mamá era dulce y estricta como casi todas las señoras de aquí. Tenía unos ojos hermosos y una mirada que hablaba sola. Sueño mucho con ella y la recuerdo por su voz cuando me llamaba sin falta 2 o 3 veces al día. Es la única que no me sacaba la rabia cuando me llamaba “Álvaro José”, nadie es perfecto. Daría lo que fuera por volverla a abrazar. Cuando llueve muy duro o estoy triste miro el teléfono esperando que suene.

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Cocinaba como casi todas las señoras con el De en el apellido y tenía cientos de recetas apuntadas. Todos los días se sentaba con Carmelina a organizar el menú para mañana. Un tiempo que recuerdo con más hambre que tristeza. Gozo más que lo que sufro con el pasado.

En mi casa no se repetía lo mismo 2 veces en un mes, ni siquiera los frisoles. Todos los días al almuerzo y comida había sopa, seco y sobremesa. Ella amaba el chicharrón sobre todas las cosas; después, a mi papá y a mí. Por eso para cada día de la madre, en navidad, aniversarios y cualquier celebración, le hacía uno distinto. “Álvaro José, eres el mejor cocinero del mundo”, decía, porque conocía muy poquitos cocineros, pobrecita. Le heredé el amor por el chicharrón y el shopping, en ese orden.

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Tengo en mi mesa de noche el Jean Book y varios folders con recetas que llevaban casi siempre el nombre de su autora. Lo voy a mirar para hacer esta nota porque llorar me da dolor de cabeza. Con ella fui dos veces a un costurero a la casa de Doña Sofía Ospina a quién recuerdo muy bien por su figura chiquita pero imponente, simpatiquísima, fue quien puso de moda las medidas de la época: un tris, una pucha, una pisca...

Un día, mi mamá anunció que se retiraba de la cocina. Unos años después como fue su voluntad, se fue antes que mi papá, muy feliz porque Miguel venía en camino.

Estas son algunas recetas del jean book que hacían en mi casa y que recuerdo por ricas:

Recuerdo que la servía tibia sobre merengues en trozos con pedacitos de melocotón.

1 pocillo de leche

2 yemas de huevo

2 cucharadas de leche condensada

Se licua muy bien y se pone al fuego revolviendo constantemente hasta que espese. Se le agregan 2 cucharadas de crema de leche y se deja un poco más. Al final se le pone un tris de ron.

1 lata grande de leche condensada

500 g de coco rallado deshidratado

En un bol mezcle 400g del coco con la leche condensada. Deje reposar un ratico en la nevera. Forme bolitas y cúbralas con el resto del coco.

1 lata de leche condensada

1 lata de crema de leche

1 lata de melocotones picados

Se baten la crema y la leche condensada por 15 minutos. Se pone el melocotón picado en un molde y se cubre con el batido. Se congela.

Una hermana media de mi mamá, que adoraba, que cocinaba como los dioses.

1 taza de moras

1 clara de huevo

1 taza de azúcar (yo la preparo con ½ taza)

Se pone todo en la batidora por unos 10 minutos y se congela.

Se golpea bien la carne (me imagino que con un martillo de cocina), se le unta un sobre de sopa de cebolla (algo común en la época) y se soba bien, se envuelve en papel de aluminio y se hornea a 350° por 1 hora larga.

Se pone bastantica cebolla picada chiquito a dorar en mantequilla, se le agrega un poco de panela y luego se hace normalmente el arroz en cocacola y pasas.

Se pone a freír bastante cebolla con bastante tocineta en un poquito de aceite y allí encima se hace el arroz normalmente.

Queda rica para un sánduche con pan de corteza dura de granos o negro, untado con bastante mostaza de Dijon a la antigua.

2 latas de atún desmenuzado

1 manzana verde picada

1 tallo de apio picado

2 cucharadas de jugo de limón

½ taza de mayonesa

Bañe la manzana picada con el limón, mezcle con el atún, el apio picado y la mayonesa revolviendo todo muy bien.

Sería maravilloso hacer varios libros de cocina con las notas que conservan las familias de Medellín para que las nuevas generaciones de cocineros conozcan el origen de muchas costumbres y sabores de una cocina generosa, hecha con amor de mamás. Hoy no es mejor, ni peor, pero es hoy. Para reconstruir una cocina extraviada de manos de los cambios, para encarar el futuro, debemos conocer el pasado y nada mejor que el bagaje culinario plasmado en las notas de mamás, que casi todas nos dejaron. Un momento en el tiempo en que nuestra cocina tuvo su esplendor. No podemos llorar sobre lo perdido, pero si tener muy claro que si nos ponemos a hacer un libro con la cocina paisa actual, a duras penas será una cartilla. Si conserva recetas familiares me las puede mandar a [email protected], igual si quiera que publiquemos alguna receta o hablar de un tema de interés para los amantes de la cocina.

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