Hoy, una etapa significativa en la vida de una persona dedicada con pasión y entrega a la bibliotecología llega a su fin. Me refiero a la historia de una bibliotecaria que, durante años, se encargó de custodio, organizar y compartir el alma de los libros en una comunidad de aprendizaje. Tras décadas de trabajo, el día de su despedida se convierte en un mar de nostalgia y dice en sus redes sociales algo asi:.
“Es así como culminar una importante etapa de mi vida. A lo largo de los años, pude observar cómo los libros se transformaban en puertas hacia nuevos mundos, cómo las palabras ofrecían respuestas a preguntas sin resolver y cómo los estudiantes, profesores y vecinos de la comunidad hallaban en cada estante una invitación al conocimiento, al esparcimiento ya la imaginación. Mi labor como bibliotecaria no fue solo custodio de libros, sino crear un espacio de encuentro, de construcción colectiva, un refugio donde cada página contada lleva un recuerdo y una historia de vida”.
En las memorias de esos años, se encuentran millas de momentos inolvidables: las charlas con los profesores sobre los mejores títulos para cada clase, las sonrisas de los niños al descubrir los primeros libros que los acompañarían durante toda su educación, y la profunda satisfacción de ver a un adulto reencontrandose con su hobby de lectura.
Cecilia, la bibliotecaria que dejó huella en Ciudad Bolívar
Sin embargo, fue en las bibliotecas donde Cecilia encontró su verdadero hogar. Su carrera comenzó en la Casa de la Cultura, un espacio que siempre tuvo un vínculo especial con ella. Luego, continuó su labor en el área ubicada encima del supermercado y, finalmente, en el Colegio María Auxiliadora, donde se convirtió en un faro de sabiduría para los estudiantes y una guía de luz.
A lo largo de los años, Cecilia cultivó un amor profundo por la lectura y por compartir los grandes clásicos de la literatura, como Don Quijote de la Mancha , *La Odisea , y El Principito . Con su dedicación, logró que muchos joóvenes se enamoraran de la lectura y fueran estudiosos .
Con la culminación de su etapa laboral, Cecilia se encuentra ahora en una nueva fase de su vida, una que le permitirá disfrutar nuevamente de los libros, pero en otro espacio, uno que, aunque distinto, seguramente continuará siendo tan vibrante y lleno de vida. como las bibliotecas que ella ayudó a construir. Pero su legado no termina aquí. Cecilia es también la fundadora de la Tertulia de Ciudad Bolívar, un espacio que ha crecido a lo largo de los años como un lugar de encuentro para amantes de las letras y la lectura. A través de esta iniciativa, ha logrado reunir a escritores de talla nacional.
Cecilia, con su calidez y dedicación, también formó a futuros narradores, poetas y pensadores, quienes, sin saberlo, continuaron la labor de la bibliotecaria al hacer de la lectura una forma de vida. Cada joven que pasó por sus manos, cada adulto que se acercó con dudas sobre qué libro leer, salió con algo más que una simple recomendación. Salió con una chispa encendida, una curiosidad que nunca dejaría de crecer. Y eso, sin duda, es lo más importante: crear lectores, pero sobre todo el enamorarse de las letras.
El final de su etapa laboral marca el cierre de un ciclo, pero al mismo tiempo, abre un sinfín de nuevas posibilidades para ella y para los que continúan su camino. Cecilia se encuentra ahora en el proceso de disfrutar la vida de una manera diferente, y eso no significa renunciar a lo que fue, sino más bien tomar las riendas de su tiempo con la misma pasión que la ha caracterizado durante tantos años. Seguirá leyendo, disfrutando de la compañía de los libros, pero ahora será la lectora quien se convertirá en protagonista, sin la necesidad de marcar horario o hacer un cronograma.
Y aunque su presencia física ya no ocupa el mismo espacio que antes, sus palabras, sus enseñanzas, sus historias y su pasión por la lectura perdurarán en el corazón de quienes la conocieron. Cecilia no es solo la bibliotecaria que dedicó su vida a los libros; es la mujer que entendió que el verdadero poder de la literatura está en la conexión humana, en cómo los libros nos transforman y nos unen.
Hoy, más que nunca, Cecilia representa lo que significa dejar un legado. En Ciudad Bolívar, su nombre estará vinculado irremediablemente a la cultura, a los libros, a la lectura. Y aunque su viaje profesional haya llegado a su fin, su esencia sigue siendo parte de cada uno de los libros que recomendó, de cada encuentro literario que facilitó, de cada estudiante que la recordó.
Así, al despedir esta etapa, Cecilia nos deja con un mensaje claro: la lectura es un viaje sin final, un proceso que se reinventa constantemente. Con cada palabra escrita, con cada libro leído, Cecilia ha logrado lo más grande: transmitir el amor por las letras y, en el fondo, dejarnos la misión de continuar ese legado. Porque, como ella bien sabe, los libros son eternos, y su historia, la historia de una bibliotecaria que tocó millas de corazones, continuará siendo leída por generaciones venideras.
Cecilia, la bibliotecaria que un día caminó entre los estantes de la biblioteca, ahora camina por nuevos senderos. Pero su huella permanece, indeleble, en cada página que sigue viva en los recuerdos de todos los que tuvieron la suerte.
¡GRACIAS TOTALES¡
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