Domitila, con sus 76 años cumplidos, 52 kilos y 1.45 de estatura, es dueña de una figura sin igual. Así, chiquita y flaquita, camina el barrio completo, va al centro de la ciudad, hace mandados y se mueve más que cualquier raquítica quinceañera. No hay chisme que ella no sepa y lo que no sabe se lo inventa, como experta en vidas ajenas sabe fisgonear por la ventana, escuchar conversaciones y sobre todo levantar falsos testimonios.
Lo que más le molesta a Domitila es que le cuenten los chismes a medias, le gusta todo bien detallado, porque eso sí, preguntona a mas no poder. Un día, iba en un bus bien acomodada escuchando una conversación de dos señoras sentadas una banca más atrás, hablaban y hablaban, el chisme estaba tan bueno que Domitila no se bajó donde debía hacerlo, sino que siguió unas cuadras más con tal de no perderse nada de aquel relato. Increíble lo chismosa que es Domitila.
Todas las mañanas sale a barrer la acera de la casa; lo cierto es que casi nunca hay basura que recoger, pero ella adoptó la barrida mañanera como su deporte favorito y una manera eficaz de observar a sus vecinos. Ella es el personaje de una novela que aún no he publicado y de varios cuentos próximos a publicar; Domitila es la mujer más chismosa del mundo, cada que alguien le quiere decir algo, su frase contundente es: “no me diga más cuéntemelo todo”.
Debo admitir que quedé de una pieza, totalmente anonadado, al saber que mi personaje ficticio, que he inventado para mis escritos existe en la vida real. Resulta que por las redes sociales se empezó a divulgar una noticia curiosa. Miryam, una colombiana de 67 años, en Armenia Quindío, tiene como negocio o emprendimiento la venta de chismes, sí, así de claro, su negocio son los rumores. De acuerdo con el calibre o tamaño del chisme a difundir es el precio, sus tarifas son módicas y sus canales de difusión muy efectivos, un grupo de vecinas entrenadas se encargan de difundir el rumor.
Lo curioso de la noticia es que, a punta de chismes, Miryam, ha podido comprar dos casas y darse la buena vida. La empresa está tan bien montada que ella argumenta tener todo en orden, cualquier chisme o rumor reposa en una libreta donde se tiene todo bien anotado, fechas, horas, datos y fotos que el cliente debe aportar. Todo chisme es difundido, trátese de infidelidades, problemas familiares, despechos, peleas entre compañeros de trabajo, amantes, etc. Ah, también la buscan y le pagan por hacer acuerdos de silencio, alguien que no quiera que su chisme se siga difundiendo.
Hace pocos días mi hijo, melómano y conocedor de la música salsa, me dijo: “pa´ escuchando el último tema de Gloria Estefan, ‘La vecina’, me acordé de Domitila, el personaje de sus cuentos y novelas, escúchelo”. La canción “La Vecina”, es un ritmo salsero que hace referencia a la figura de la vecina curiosa y entrometida, en otras palabras, una chismosa. “Mi linda vecina, no se puede controlar, ella pregunta y pregunta, de todo se quiere enterar. / Ella ve cuando sales temprano, pero quiere saber cuándo vas a regresar. A todo el mundo quiere buscar, y hasta por la ventana se para a bretear. / Le da consejos a la vecina, que la de la esquina el marido le quiere tumbar, a ella nadie la puede callar, siempre se inventa un cuento de principio a final…”
Curiosamente, esa misma semana leyendo el periódico (El Colombiano, julio 15 de 2025), me encontré un titular que, a manera de pregunta, decía: ¿El chisme siempre es malo? Al parecer no todo es malo, el chisme tiene algo que hace que la sociedad se transforme, la idea es que las guerras y grandes revoluciones se han dado a partir de chismes y comentarios. “Mientras que unos ven el chisme como fuente de diversión e incluso una manera de mantenerse siempre informados, para otros, no son más que comentarios banales o rumores difundidos únicamente con el propósito de perjudicar a quien es objeto de ellos. Sin embargo, el origen de esta práctica es tan antiguo, y su finalidad va más allá de simplemente difundir detalles sobre la vida de otra persona o entretener con una historia ajena. Los científicos aseguran que el chisme cumple funciones sociales e incluso evolutivas…” Obviamente, no voy a contar aquí todo el artículo, dejo la inquietud para que cada uno lo busque al igual que la canción en mención.
No sé qué tanto en la familia o fuera de ella conozcamos una Domitila, de lo que sí estoy seguro es que he sido víctima de chismes o rumores con los que han tratado de arruinar mi vida. Afortunadamente, con el paso de los años, pude entender que quienes acuden a los chismes son personas incapaces de superarme de otra manera; “hablaron de Jesús”, decía mi madre, no van a hablar de un simple mortal.
Muy triste que existan personas que solo piensan en destruir y no en crear. No pocos hogares se han destruido por un falso rumor, amigos distanciados por un comentario mal hecho y, lo que más me cuestiona, cuántos muertos en el cementerio por culpa de un chisme, de algo que se rumoró y no era cierto. Un chisme solo se sostiene con otro chisme, lo mejor es la prudencia, que bueno que la gente pensara, setenta veces siete, antes de difundir un rumor del cual no se tiene la certeza si es falso o verdadero, lo mejor es y será no meterse en vidas ajenas, triste que algunas personas gasten sus energías y su vida merodeando en lo que no les importa; preocúpese por usted, viva y deje vivir. ¡Ah!, de lo que si estoy seguro es que los chismosos existen, cuidado con Domitila, mejor, cuidado con Miryam.
Pd; a propósito: ¿qué tanto de Domitila o Domitilo tiene usted?
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