De las aguadoras al agua potable del grifo: La historia de cómo EPM transformó el agua en Medellín

hace 20 horas 3

De las aguadoras al agua potable del grifo: La historia de cómo EPM transformó el agua en Medellín

Resumen: Hubo un tiempo en Medellín en el que el simple acto de abrir una llave para obtener agua era un sueño lejano. La historia del abastecimiento de la ciudad es una fascinante crónica de evolución

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Minuto30.com .- Hubo un tiempo en Medellín en el que el simple acto de abrir una llave para obtener agua era un sueño lejano. La historia del abastecimiento de la ciudad es una fascinante crónica de evolución, que va desde la labor manual de las «aguadoras» hasta uno of los sistemas de acueducto y alcantarillado más modernos y confiables de América Latina. En sus 70 años, EPM ha sido el motor de esta increíble transformación, convirtiendo un recurso que había que ir a buscar en un servicio de alta calidad que hoy llega a millones de hogares.

Durante gran parte de su historia, el abastecimiento de agua en Medellín tuvo rostro de mujer. Eran las aguadoras, quienes con ollas de barro o pequeños barriles de madera, recogían el agua de la pila pública más cercana, de la quebrada Santa Elena o directamente del río para llevarla casa por casa. Este arduo trabajo diario era la única forma en que las familias podían acceder al líquido vital, en una época en que la infraestructura era casi inexistente.

Los primeros vestigios de un sistema organizado datan de la época colonial, con la instalación de una fuente pública en la Plaza Mayor, hoy conocida como el Parque de Berrío. Esta pila servía como el principal punto de recolección para la creciente población. Sin embargo, su diseño revelaba las precarias condiciones sanitarias de la época: el agua sobrante se desviaba por zanjas a cielo abierto que, además de conducir el agua, funcionaban como un primitivo y antihigiénico sistema de alcantarillado.

El verdadero punto de inflexión llegó con la era moderna y la introducción de la potabilización. Medellín dio un salto cualitativo en salud pública al construir su primera planta de tratamiento, utilizando precisamente las aguas de la histórica quebrada Santa Elena. Este fue el primer paso para dejar de consumir agua cruda y empezar a garantizar un recurso limpio y seguro para los ciudadanos, un hito que cambiaría para siempre la calidad de vida en la ciudad.

Décadas después, este primer esfuerzo evolucionó con la construcción de plantas de mayor capacidad y con tecnología más avanzada, como la de Villahermosa, que establecieron altos estándares de potabilización que aún se mantienen y perfeccionan. El crecimiento exponencial del Valle de Aburrá ha hecho que hoy el sistema sea mucho más complejo, trayendo agua desde fuentes ubicadas a muchos kilómetros de distancia para abastecer las 11 modernas plantas de potabilización que actualmente operan.

Desde aquellas primeras fuentes coloniales hasta el complejo sistema que hoy garantiza una de las mejores calidades de agua del mundo directamente del grifo, ha habido un actor constante: EPM. Durante estos 70 años, la empresa ha liderado una transformación silenciosa pero vital, llevando no solo agua, sino también salud, bienestar y desarrollo a cada rincón del territorio. Es la historia de cómo un servicio básico se convirtió en un símbolo de orgullo y progreso para toda una región.

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