
William Harvey averiguó cómo funcionaba el circuito del corazón y lo plasmó en un tratado, que llamó Motu Cordis, en 1628. Hace 15 años que la escritora Daniela Tarazona lo encontró en una venta de saldos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y se obcecó con ese médico inglés que, obsesionado con entender el cuerpo, dedicó su obra al rey. De esa cadena de causalidades imprevisibles nació, como nace todo, la novela El corazón habitante (Almadía, 2025): Harvey es ahora un personaje y Tarazona su recreadora. Los acompañan el asombro inagotable de una mujer prehistórica y la nostalgia por la vida que fue de un astronauta mientras da vueltas a la Tierra. “Para mí escribir siempre ha sido escaparme del mundo, leer también. Y aquí mi intención fue reflejar la posibilidad de que no me van a atrapar: estos personajes no se pueden atrapar, aunque quieran que sigamos una serie de patrones, escapan, como escapamos todos", relata la escritora mexicana.

hace 1 semana
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