“Yo afán no tengo”: Camilo Cifuentes, el alma generosa que recorre Manizales sin hacer ruido
Resumen: Manizales tiene un héroe cotidiano: Camilo Cifuentes y su red de solidaridad en las calles. Su ejemplo de empatía y anonimato enseña que el amor es el verdadero motor del cambio.
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En una ciudad que transita a prisa entre el aroma del café y el susurro de la neblina, donde las aceras se convierten en vitrinas ambulantes de lucha y esperanza, hay un joven que camina sin prisa, sin aspavientos, sin esperar aplausos. Su nombre es Camilo Cifuentes, aunque quienes lo conocen más de cerca saben que se llama Juan Camilo Jurado Cifuentes. Tiene 28 años y estudia Mecánica Industrial en el SENA, pero su verdadero aprendizaje lo ha hecho en las calles, donde ha tejido una red silenciosa de solidaridad.
Desde hace tres años, Camilo se ha propuesto una misión que parece sencilla, pero que encierra un valor inmenso: comprarle todo a los vendedores ambulantes. Sin cámaras, sin hashtags, sin discursos grandilocuentes. Llega, sonríe y con su ya célebre frase “yo afán no tengo”, comienza a transformar realidades.
Una vendedora de empanadas lo recuerda con ojos llorosos: “Ese día no había vendido nada, y él llegó, me compró todo y me dejó una bolsa de mercado. Me dijo que lo compartiera con alguien más”. Y así lo hace. Lo que compra, lo regala. Lo que da, lo entrega con humildad.
Camilo no necesita un escenario. No tiene empresa, ni fundación, ni un canal de YouTube monetizado. Solo tiene un corazón dispuesto y una voluntad que desarma. Lo han visto pagar servicios atrasados, regalar electrodomésticos a familias vulnerables, cargar con canastas de frutas para repartir entre ancianos, y sobre todo, regalar tiempo. Tiempo para escuchar, para mirar a los ojos, para abrazar con palabras.
El valor del anonimato
En un mundo donde las buenas acciones a menudo se empaquetan para redes sociales, Camilo elige el anonimato como forma de vida. Y es ese silencio el que hace más profundo su mensaje: no se necesita tener mucho para darlo todo.
Su historia se ha regado como pólvora en los barrios de Manizales. No por lo que dice, sino por lo que inspira. Su serenidad es contagiosa, su empatía desarma y su ejemplo educa sin necesidad de levantar la voz. “Afán no tengo”, repite, como si se tratara de una consigna sagrada, recordándonos que ayudar al prójimo no tiene horario ni protocolos, solo voluntad.
Un héroe cotidiano
Camilo no vuela ni salva ciudades. Pero con cada gesto, cada arepa comprada, cada sonrisa compartida, nos demuestra que los héroes también caminan entre nosotros, con mochila al hombro y corazón gigante. No tiene seguidores por millones, pero sí tiene el cariño de cientos que han sentido su ayuda como una caricia en medio del desespero.
Su figura nos interpela. Nos cuestiona. Nos invita a mirar a los lados mientras caminamos. Porque, al final, ser como Camilo no requiere milagros, solo un poco menos de afán… y un poco más de amor.
#ArriandoPalabras
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