Yesenia pide ayuda: su refugio con 60 animales en Medellín está a punto de desaparecer por un derrumbe

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Arriba donde la ciudad termina, en zona rural de Santo Domingo Manantiales (Nororiente de Medellín), el Refugio Huellitas Callejeras tiene una condena a cuestas. La barranca está a punto de venirse y sepultar la casita donde Yesenia lleva cuatro años luchando a punta de rifas para darle techo a 60 animales.

Para llegar al albergue se tiene que ir hasta la estación Santo Domingo del metrocable y luego tomar un carro que sube por las estrechas calles unos 20 minutos más. Los ladridos de una manada de perros reciben al que llegue al albergue preguntando por Ana Yesenia Henao, la dueña que les ha dado hogar, amor y alimento.

Todo comenzó como una obra de caridad. Yesenia ponía comederos en carreteras o en las afueras de locales, trabajaba en la Clínica del CES de Prado Centro haciendo aseo y lavando la instrumentación quirúrgica, así pudo ahorrar para conseguirse una casa en El Pinar y comenzar el refugio.

El primer peludo de la gallada fue Niño, Yesenia lo encontró de meses en una vía de Guarne y se lo llevó para su casa en El Pinar. Luego rescató a Blanca y Negra abandonadas en un arroyo; junto a ellas, llegó a la puerta de su casa Mocho, un perro grande que tenía un machetazo en la cabeza, y quien es hoy el jefe de la manada. Ellos cuatro fueron quienes dieron inicio al refugio, que se extendió hasta recibir 25 perros que hicieron ver pequeña la casa. Sin embargo, las quejas de los vecinos por los ladridos hicieron que el refugio tuviera que trasladarse a Manantiales.

Con los ahorros que Yesenia tenía, compró un lote por $10 millones que tenía un cambuche con laminas de zinc y tablas, donde los perros tendrían más espacio para que los vecinos no se quejaran con los ladridos.

Dos años después, el refugio cuenta con 50 perros y 10 gatos, unos de ellos enfermos, como Pepe, un gato que fue diagnosticado con leucemia desde enero pasado y al que cada mes se le tienen que invertir más de $100.000 en medicamentos como Traumeel, Engystol, cuido húmedo y tarros de Ensure por no tener fuerzas para comer.

A Pepe se le suma una bulldog francesa que se llama Sol, que fue rescatada junto a su madre. Ambas fueron abandonadas en las puertas del criadero porque Sol fue la más fea de la camada y la madre estaba ya vieja y acabada por tantos partos que tuvo para vender sus crías.

Luna presenta una seria deshidratación por la diarrea que tiene producto de un parásito multirresistente en el colon, y por más que los veterinarios la han tratado, tendrá que ser hospitalizada dos días. Cada noche cuesta más de $100.000 en la cínica, incluida una colonoscopia y una biopsia para indagar como atacar el parásito. Según los cálculos de Yesenia, esta revisión no baja de $1 millón, que espera cubrir con rifas.

“No me ha visitado la alcaldía u organizaciones para saber qué pasa aquí y todos los días me dejan un perro amarrado a la entrada o en cajas para que yo lo reciba, muchos de ellos no los he podido albergar”, cuenta Yesenia.

Las vacunas, los desparasitantes y los medicamentos de los perros corren por cuenta de las donaciones. Un veterinario conocido del refugio regala cada tres meses las vacunas y los vecinos obsequian electrodomésticos o vajillas para las rifas.

El estómago de los peludos no da espera y Yesenia tiene que buscar soluciones para que todos coman, un bulto de 30 kilos alcanzan para dos días, cada uno cuesta unos $140.000. Sin embargo, las rifas no son suficientes y ha habidos días tan críticos que Yesenia compra una paca de arroz, le añade menudencias y con eso ajusta para que nadie se acueste con el estómago vacío.

Yesenia tiene 35 años, y como si la vida exterior hubiera parado para ella, dedica sus días a cuidar de su albergue. Sus perritos y gatos impidieron que siguiera trabajando porque no puede dejarlos solos. Además, no cualquiera se le mide a cuidar de 60 animales, y cuando sale, pagarle a alguien para que los cuide se suma a su cuenta de gastos.

El tema económico no es la única preocupación del albergue, a esto se suma un eventual deslizamiento de la montaña aledaña, que pone en riesgo no solo al albergue, sino a 15 viviendas de Manantiales.

Según Yesenia, el Dagrd visitó el sector y la única solución que les dieron fue evacuar sus viviendas. “En este momento estamos tranquilos porque hay sequía, pero cuando vuelva la lluvia nos va a tocar empezar a buscar o prepararnos para lo que pase”, dice.

El Refugio Huellitas Callejeras recibe las donaciones en cualquier sector de Medellín, Yesenia envía un domiciliario para que recoja el cuido que le obsequian. Con un Vaki y grupo de WhatsApp que se encuentra en sus redes sociales de Instagram y Facebook consigue el día a día para las mascotas que también están en adopción.

Si quiere ayudar a Yesenia y a sus 60 hijos puede escribirle al número 300 7821562. La encuentra en Instagram como @HuellitasCallejeras28.

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