Julio Saldarriaga Hernández (1913-2025) nació en un tiempo a la vez lejano y extraño para muchos de nosotros: un mundo más lento, menos conectado, en una Antioquia de raigambre y oficio rural. Tal vez por eso entendía la vida con sencillez: dejar de lado las preocupaciones y tribulaciones era parte del secreto de su longevidad.
Don Julio, fallecido este viernes 10 de octubre a sus 112 años, tenía claro —y lo decía así— que “la vida es muy buena”.
Iba a dormir con la caída del sol, entre las seis y siete de la noche, y llevaba una vida tranquila en El Carmen de Viboral, donde se quedó a vivir definitivamente en los últimos años, después de cambiar de residencia en varios municipios del Oriente antioqueño.
Disfrutaba de sus pasiones: la música popular, Atlético Nacional, contar cuentos y, en dosis muy bien administradas, tomar ron.
“Orar mucho a Dios y disfrutar de la vida”, decía sobre el secreto de su longevidad.
Durante su juventud, don Julio trabajó como campesino y carbonero, vendió aguardiente (o tapetusa), y a los 15 años conoció a María Calixta García, con quien contrajo matrimonio en 1936. La pareja estuvo unida por 79 años, hasta el fallecimiento de ella en 2014. Tuvieron 19 hijos y hoy su descendencia se extiende hasta la sexta generación, con más de 180 familiares.
En 2023 alcanzó la categoría de supercentenario al cumplir 110 años, y desde el 29 de junio de 2024, tras la muerte de Alfonso María Rojas Perdomo (111 años), ostentó el título de la persona viva de mayor edad en Colombia.