En la nueva normalidad de la política comercial de Donald Trump es perfectamente posible que un viernes por la noche se anuncie de tapadillo la exención de aranceles para móviles, ordenadores, chips, memorias USB y otros bienes tecnológicos que no se fabrican en Estados Unidos y que, menos de 48 horas después ―cuando los jefes de Silicon Valley ya habían celebrado el alivio de verse libres de la furia proteccionista de Washington― tres miembros del Gobierno rectifiquen en sendas entrevistas en los programas dominicales de información política y el propio Trump confirme esas exenciones serán “temporales” y que sí habrá aranceles para los chips.