
Los indígenas brasileños Paiter Suruí fueron contactados por primera vez por el hombre blanco en 1969. Con los primeros antropólogos y los siempre veloces misioneros evangélicos llegaron las cámaras fotográficas. Al principio eran temidas, pero una de ellas se quedó perdida en una aldea y pasó de mano en mano. Empezaba así el gran álbum familiar de esta comunidad indígena, que ahora da el salto a uno de los centros culturales más prestigiosos de Brasil con el objetivo de desmontar los estereotipos normalmente asociados a los indígenas. En la exposición Paiter Suruí, Gente de Verdade, que se puede ver en el Instituto Moreira Salles de São Paulo hasta noviembre, apenas hay escenas de caza con arco y flecha, vistosos tocados de plumas y cuerpos semidesnudos en medio de la selva, lo que se espera mayoritariamente cuando se visita una exposición de fotografía indígena.



