“Y así seguimos: entre leyes que nadie cumple, proyectos que nadie necesitaba y problemas reales que nadie soluciona”.
Por JAVA.
Actualmente, en el Congreso de la República se tramitan iniciativas de ley que son polémicas por lo trascendentales que pueden llegar a ser debido a los cambios que implican en el panorama nacional, como lo son las diferentes reformas impulsadas por el Ejecutivo; sin embargo, Colombia es un país donde muchas veces las leyes, o sus propuestas, parecen escritas para un capítulo de comedia.
El Congreso colombiano se ha obsesionado con medir la gestión de los legisladores por el número de proyectos radicados y aprobados. En ese afán, entre 2010 y 2016 se tramitaron cerca de 100 leyes de honores: homenajes, bustos, cuadros, publicaciones, que consumieron miles de millones de pesos. Es un consuelo saber que son inofensivas comparadas con otras iniciativas que van de lo ridículo a lo peligroso.
Mientras millones de personas esperan soluciones reales a la pobreza, la inseguridad, la salud o la educación, en el Congreso florecen propuestas que dan vergüenza ajena. Eso sí, a muchos congresistas les sirven para tomarse la foto y decir que “cumplen con su deber”.
Veamos algunas joyas recientes y otras que, aunque se presentaron hace mucho tiempo, siguen siendo muestra del absurdo.
Herencia de armas (2005)
El entonces senador Manuel Velásquez propuso permitir que los colombianos pudieran heredar las armas de sus padres o familiares, siempre y cuando se tramitara la respectiva licencia. Porque claro, si algo nos faltaba en un país golpeado por la violencia es que las armas se conviertan en legado familiar, como el reloj del abuelo o la finca de la abuela. Un proyectico que podía terminar engrosando las cifras de homicidios.
Día Nacional de la Biblia (2006)
El entonces concejal santandereano Pedro Pablo Amaya recogió 20 000 firmas para que el Congreso aprobara un proyecto que instaurara el Día Nacional de la Biblia. Porque nada grita “Estado laico” como dedicar una fecha oficial a un libro religioso, desconociendo la diversidad del país. El Congreso lo discutió, pero no prosperó… menos mal.
Multa de ocho millones por ser infiel (2008)
El entonces senador Édgar Espíndola presentó un proyecto de ley que pretendía multar a los infieles (más de uno pensó en su ex) con 20 salarios mínimos mensuales (para ese año alrededor de 8 millones de pesos) y privarlos de sus derechos civiles por tres meses. Espíndola señaló que el matrimonio debe ser visto como un contrato y quienes violen las normas habrían de estar expuestos a ser sancionados, como sucede en otros ámbitos legales.
Espíndola proponía sancionar no solo al cónyuge infiel, sino también a su amante. El senador explicó que la idea no era recolectar dinero, sino impedir que los hogares se siguieran desintegrando. Roberto Gerlein, el famoso senador conservador, apoyó la ponencia, que, sin embargo, no prosperó.
Esto recuerda al proyecto de ley Cero Cachos que presentó la senadora Karina Espinosa en 2023, el cual, si bien no proponía castigos legales por infidelidad, buscaba abordar el tema de manera educativa.
Prohibir las parodias (2013)
Augusto Posada Sánchez, presidente de la Cámara en ese entonces, presentó un proyecto para limitar las parodias “en defensa del derecho de autor”. En otras palabras, un intento por censurar la crítica y el humor, ese que tanto molesta a algunos políticos. Nadie lo apoyó, por fortuna, porque de haberse aprobado, los memes de todos nuestros políticos serían ilegales.
Acabar las tareas escolares (2011)
El senador Édgar Espíndola (el mismo del proyecto para penar a los infieles) propuso eliminar las tareas en colegios, el sueño de cualquiera cuando era infante. Este proyecto parecía más bien radicado por un comité de menores que asesoró al legislador. Frente a esta iniciativa surgían varios interrogantes, no solo de índole pedagógica, sino como quién se encargaría de vigilar que esta se cumpliera y cuáles serían las sanciones por omitirla.
Visa automática por tener TLC (2011)
El senador Manuel Enríquez Rosero pensó que sería buena idea que los países con los que Colombia tiene tratados comerciales estuvieran obligados a no exigirnos visa. Como si bastara con firmar un TLC para tener pase libre al mundo. Un proyecto que mostró un desconocimiento básico de las relaciones internacionales. Es como si una persona quisiera hacer leyes en su casa esperando que apliquen en la casa del vecino.
Prohibir los saleros en restaurantes (2013)
La representante Yahir Acuña, célebre por sus ocurrencias, presentó un proyecto para prohibir los saleros en las mesas de los restaurantes. Todo, según ella, para proteger a los hipertensos. Porque claro, la sal es el enemigo y los ciudadanos somos incapaces de decidir por nosotros mismos, en especial aquellos que tienen ese problema de salud.
Ocultar las botellas de licor (2013)
En ese mismo año, Yahir Acuña propuso que las botellas de licor no se pudieran exhibir en las tiendas y supermercados, para “prevenir el consumo excesivo”. Otra idea paternalista e ineficaz: como si el problema del alcoholismo fuera lo que hay en la vitrina y no lo que pasa en la sociedad.
Restringir búsquedas groseras en internet (2013)
Sí, de nuevo Yahir Acuña. También dejó lista una ponencia para un proyecto que buscaba limitar las búsquedas de palabras groseras en internet. ¿Y quién iba a definir qué era grosero? ¿Y quién lo iba a programar? Un disparate tecnológico, jurídico y ético.
Definir cuál es el primer día de la semana (2015)
Este proyecto de ley buscaba definir cuál es el primer día de la semana, si es el lunes o el domingo, algo que en la práctica era innecesario. Este proyecto fue presentado por el congresista Alfredo Cuello Baute, con el fin de dejar claro desde qué día comenzarían a contarse los siete días de la semana. Lo más llamativo del asunto es que se le dio trámite y terminó aprobándose como una ley, decretándose el lunes como el primer día de la semana.
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Si bien muchos de los ejemplos anteriores se quedaron solamente en la propuesta, o se hundieron durante el trámite, en el país sí estuvieron en vigor varias leyes que no fueron derogadas hasta mucho después, o que incluso todavía pueden ser vigentes. Más allá del hecho de si son aplicadas, queda en el anecdotario curioso y hasta vergonzoso de Colombia.
Prohibido el trabajo de chinos (1887)
En pleno siglo XXI estuvo vigente una ley que prohibía la importación y contratación de ciudadanos chinos en el país. Un monumento al racismo y la xenofobia que estuvo (o está) vigente desde 1887, y claramente ignorado por el país entero (porque, ¿en cuántos barrios no hay restaurantes y comercios de ciudadanos chinos?).
Prohibida la venta de licor a alcohólicos (1923)
Con el objetivo de disminuir el consumo de bebidas alcohólicas y prevenir el alcoholismo, se prohibió la venta de estas bebidas a personas con adicción a la misma. Muy fácil: hay que mirar a alguien a los ojos y decidir si es alcohólico. Como si el tendero fuera psicólogo, juez y adivino al mismo tiempo. También se prohibió la venta de licores a ciertas horas, incluyendo de 6:00 de la tarde a 6:00 de la mañana, así como los domingos y días festivos. La ley existió, pero el consumo problemático persistió.
Nada de vender cigarrillos sueltos (2009)
En Colombia, la Ley 1335 de 2009, también conocida como la Ley Antitabaco, prohíbe la venta de cigarrillos sueltos o por unidad, conocida como venta al menudeo. Cualquier esquina de Colombia desmiente esta norma todos los días. Vaya a un semáforo y verá cómo un cigarrillo vale más que el código.
Los decretos deben anunciarse con trompeta (1914)
Sí, el Código de Régimen Político y Municipal dice que los alcaldes deben anunciar sus actos a bando: con trompetero y timbalero, algo que venía de los tiempos de la colonia. Aunque suponemos que esta norma fue derogada, porque de lo contrario más de un mandatario ha incumplido con la misma.
Mendicidad ilegal en Bogotá (1918)
En teoría, pedir limosna en Bogotá es un acto fuera de la ley. En la práctica, basta caminar una cuadra para entender que la realidad de la ciudad es otra.
Las abejas que huyen no tienen dueño (1887)
El Código Civil declaraba que, si tus abejas se van y se posan en otro árbol, cualquiera podía apropiarse de ellas. Un problema que, como todos sabemos, nos quita el sueño a diario.
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Mientras el país clama por leyes que sirvan para algo, hay congresistas ocupados en estas propuestas que son una mezcla de ignorancia, paternalismo y populismo barato. Lo triste es que no solo hacen el ridículo: también nos hacen perder tiempo y dinero. Y así seguimos: entre leyes que nadie cumple, proyectos que nadie necesitaba y problemas reales que nadie soluciona.
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“Los padres a veces pecamos de ridículos: creemos que todo el mundo se conmueve igual que nosotros con las frases de nuestros hijos, con sus ocurrencias, con su risa”.
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La vergüenza tiene que estar al otro lado
“No más silencio. Que las historias salgan a la luz. Que el silencio no sea el regalo inmerecido para quien sigue sin perturbarse en su conciencia. Que nunca gane el olvido”.