Los dos terroristas arrepentidos que declararon en abril de 2024 ante el juez Manuel García-Castellón seguían utilizando todavía, inconscientemente, la fórmula que tantas veces habrán oído dentro de ETA: sus jefes les habían ordenado que atentasen “contra casas cuartel de la Guardia Civil”, según recogían las actas judiciales que publicaría EL PAÍS el 23 de septiembre.