¡Ojo, nos apagamos!
Resumen: Necesitamos energía suficiente para soportar la demanda que traerán los nuevos proyectos nacionales, como el Metro de Bogotá, el Regiotram, la electrificación del transporte, y la implementación de tecnologías
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En los últimos 30 años, el sector eléctrico ha invertido en Colombia más de 140 billones de pesos, no solo en proyectos de generación, sino también en inversión social y ambiental. Este sector ha sido clave para hacer al país más competitivo y para dignificar la calidad de vida de millones de ciudadanos. Lamentablemente, no ha escapado al ataque y la persecución del actual Gobierno, que ha llegado al extremo de compararlos con Pablo Escobar y aplicarles, como al sector salud, el famoso “shu shu shu”, negándose a pagar la deuda por la prestación del servicio de energía subsidiada a los estratos 1, 2 y 3.
La situación no es alentadora. De la energía proyectada con la entrada de nuevos proyectos, en 2023 sólo entró el 17%, y en 2024 apenas el 25%. Además, el 55% de los proyectos de transmisión presentan retrasos. Mientras tanto, el consumo de energía eléctrica en el país crece más rápido que la oferta. Entre 2026 y 2028, el déficit de energía eléctrica podría ubicarse entre el 4% y el 5%. Es evidente que el próximo presidente deberá tomar medidas urgentes y audaces para evitar un racionamiento o un apagón, que podría costar hasta 200 mil millones de pesos por hora, según el Banco de la República.
Estas son cinco propuestas concretas para fortalecer el sector:
- Flexibilizar los trámites de licenciamiento ambiental, acorde con la naturaleza de los proyectos.
- Reglamentar la consulta previa, estableciendo tiempos definidos y reglas claras, eliminando el incentivo económico directo, que es perverso. En su lugar, debe implementarse la herramienta OXI, que ha demostrado ser exitosa para llevar desarrollo y obras reales a las comunidades.
- Declarar como proyectos de interés nacional las líneas troncales de transmisión.
- Impulsar APPs y esquemas de financiamiento mixto que aceleren la construcción de nueva infraestructura.
- Firmar contratos de estabilidad jurídica a largo plazo, que brinden confianza y seguridad a los inversionistas.
Colombia necesita fortalecer su matriz energética para garantizar la seguridad del sistema y avanzar de manera responsable en la Transición Energética. Claro que debemos apostar por las energías renovables, pero sin abandonar aquellas que nos brindan respaldo y seguridad, como las termoeléctricas, hidroeléctricas y las PCHs (Pequeñas Centrales Hidroeléctricas), que vienen ganando terreno en el mercado.
Actualmente, existen en el país cerca de 130 proyectos activos de PCHs, que representan el 8% del total de la energía hidráulica y el 1,76% de la capacidad instalada. Estos proyectos tienen menores costos de producción y ofrecen precios competitivos en contratos a largo plazo.
Necesitamos energía suficiente para soportar la demanda que traerán los nuevos proyectos nacionales, como el Metro de Bogotá, el Regiotram, la electrificación del transporte, y la implementación de tecnologías como la inteligencia artificial, que simplemente no es posible sin energía confiable.
Lo hemos advertido hasta el cansancio: el único interés de Gustavo Petro al debilitar este sector es llevarnos al racionamiento o a un apagón. Él se va en 11 meses, pero dejará una profunda crisis en el Sector Minero Energético. Por eso, debemos apostarle a todas las fuentes de generación: carbón al 100%, minería responsable, energía nuclear, hidrocarburos (incluido el fracking), biocombustibles, biomasa, hidrógeno, y seguir construyendo hidroeléctricas como Hidroituango y más PCHs.
¡Ojo, nos apagamos! Solo una matriz energética diversa, robusta y con energía firme nos puede garantizar seguridad energética para el futuro de Colombia.
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