En uno de los dos piletones de desagote desbordados por un desperfecto asoma un perro muerto y el olor de la materia fecal obliga a tapar las narices con bufandas, el cuello de sus camisas o los dedos. Esa avería ha provocado que en Areco, un barrio de La Matanza, el más populoso de los municipios que rodean la ciudad de Buenos Aires, floten heces en los charcos de sus calles de tierra reseca. Sobre esa descomposición, y sobre el sol del mediodía, Leila Gianni (40 años, Buenos Aires), le habla a un celular ajeno en plena campaña para acceder a una banca libertaria en el Concejo Deliberante municipal.