“No más silencio. Que las historias salgan a la luz. Que el silencio no sea el regalo inmerecido para quien sigue sin perturbarse en su conciencia. Que nunca gane el olvido”.
Por Luisa F. Giraldo Guarín.
¿Vergüenza? ¿Yo? No. La vergüenza, la culpa y ese manto de oscuridad deben estar al otro lado. Allí donde realmente pertenecen.
Mi pecado: ser mujer.
—“Es que esa forma de ser…”
—“Yo le he dicho que no se vista así”.
— “Es que estaba borracha”.
—“Que no los mire, que no les sonría… Los hombres no entienden, malinterpretan todo”.
No. No es tu culpa. No te avergüences. No calles tu voz por miedo a que te señalen. Señálalos tú. Que sea a ellos a quienes cubra la vergüenza, no a ti. Que el manto de la oscuridad los envuelva.
“Dije que no. No quiero. Para. Basta. Puse límites con la fuerza. Me empujaba. Me sujetaba las manos. Forcejeaba. No se detuvo. Él lo sabía. Sabía que no podía, no debía. Y aun así lo hizo. Violentamente”.
—“Es que cuando dicen no, es sí…”—. NO. Cuando decimos no, es NO. Las mujeres sabemos lo que queremos. Los hombres no siempre tienen ganas y no son una máquina que siempre está lista para tener sexo, no los abuses.
No fuiste tú. No lo provocaste. No fueron las circunstancias. Fue un delito. Fue violencia. Y nada lo justifica.
Seas quien seas —hombre, mujer, cualquiera—: no lo guardes más. No lo calles. No los protejas. Habla. El silencio lleva al olvido. Y lo que no se dice, se repite.
Sácalo de ti. Dilo. Que la vergüenza cambie de lado. Tú, que sobreviviste, reconstruye. Sana.
Sé la voz. Sé el apoyo de alguien más. Alguien que no sabe qué hacer con sus fragmentos, con los recuerdos de aquel día en que la violencia invadió su cuerpo y le arrebató lo suyo. Porque si se lo hacen a un@, se lo hacen a tod@s.
No más silencio. Que las historias salgan a la luz. Que el silencio no sea el regalo inmerecido para quien sigue sin perturbarse en su conciencia. Que nunca gane el olvido.
Que la vergüenza los acompañe.
Por tod@s, la vergüenza tiene que estar al otro lado.
-
Un padre, un hijo
“Los padres a veces pecamos de ridículos: creemos que todo el mundo se conmueve igual que nosotros con las frases de nuestros hijos, con sus ocurrencias, con su risa”.
-
La vergüenza tiene que estar al otro lado
“No más silencio. Que las historias salgan a la luz. Que el silencio no sea el regalo inmerecido para quien sigue sin perturbarse en su conciencia. Que nunca gane el olvido”.