La tributaria de Petro: más hambre, más miseria, y menos futuro

hace 1 mes 14

La tributaria de Petro: más hambre, más miseria, y menos futuro

Resumen: Colombia no necesita más impuestos. Necesita un Estado austero, que gaste menos y mejor. Lo que Petro propone no es una reforma: es un derrumbe fiscal encubierto

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La reforma tributaria que Gustavo Petro pretende imponer desde septiembre no es un acto de justicia social, como insiste en repetir su gobierno; es un descomunal saqueo disfrazado de progresismo. Se presenta como un golpe mortal contra los ricos, pero en realidad es una emboscada contra la clase media y los sectores productivos del país.

El Gobierno promete recaudar entre 19 y 26 billones de pesos adicionales. Lo presentan como un triunfo de la equidad, cuando la realidad es que ese dinero no saldrá de las grandes “fortunas intocables”, sino del bolsillo del ciudadano común: del que compra un carro híbrido, del que fuma, del que apuesta en línea, del que paga una cerveza, del empresario mediano que genera empleo.

El desbalance fiscal es alarmante. En el primer semestre de este año el déficit superó los 69 billones de pesos, el peor resultado en más de dos décadas. El gasto público creció más de un 10% mientras los ingresos apenas aumentaron 4%.  Con esta dinámica, el déficit de todo 2025 ya se proyecta en 7,1% del PIB, un nivel comparable únicamente al caos de la pandemia.

La deuda pública ya supera el 60% del PIB y se acerca peligrosamente al límite del 71% que marca la ley. Hoy, casi un tercio del presupuesto nacional se destina únicamente a pagar intereses de la deuda. Es decir, miles de millones que deberían financiar educación, salud o infraestructura se van a los acreedores internacionales, mientras el Gobierno sigue endeudándose más.

En medio de este panorama, la burocracia no solo no se reduce, sino que se multiplica. El gasto en nómina y contratos de prestación de servicios ha crecido a un ritmo desbordado, superando los 3 billones de pesos adicionales en un solo año. Un Estado obeso e ineficiente que exige más sacrificios a los ciudadanos pero no se atreve a recortarse a sí mismo.

El maquillaje ambiental es otro engaño. Se anuncian impuestos verdes, al carbono, a plaguicidas o al ruido, como si el bolsillo del colombiano fuera el culpable de la crisis climática. En realidad, es un pretexto para aumentar el recaudo sin una política seria de transición energética. La bandera ecológica se convirtió en la excusa perfecta para seguir exprimiendo.

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La verdad es que esta reforma no resuelve absolutamente nada. No corrige el gasto desbordado, no controla el endeudamiento y no enfrenta la evasión de los grandes jugadores. Solo patea la crisis hacia adelante, dejando una bomba de tiempo que explotará en el próximo gobierno.Hoy se vende como equidad; mañana será recordada como irresponsabilidad fiscal.

La reforma tributaria de Petro no es justicia social: es un huracán contable que arrasa con el bolsillo de los ciudadanos. No es equidad: es expoliación disfrazada. No es progresismo: es populismo voraz con cifras que espantan.

Colombia no necesita más impuestos. Necesita un Estado austero, que gaste menos y mejor. Lo que Petro propone no es una reforma: es un derrumbe fiscal encubierto. Y si el Congreso aprueba este proyecto, no estará votando una solución: estará firmando la rendición de un país entero frente al caos económico.

La historia es implacable con los gobiernos que confunden recaudo con justicia y castigo con equidad. Esta reforma será recordada no como la salvación de las finanzas publicas, sino como el inicio de la mayor traición económica de un gobierno a sus ciudadanos. Si el Congreso cede y la aprueba, no será Petro quien pague el costo: será cada colombiano que, con su salario reducido y su futuro hipotecado, entienda demasiado tarde que lo que se presentó como justicia social fue en realidad un atraco con firma oficial, orquestado por el tristemente célebre presidente de turno.

@JuanDaEscobarC

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