Cuando Black Mirror se estrenó en 2011, la serie británica presentaba distopías encapsuladas en episodios tan cercanos a la realidad que daban miedo por su plausibilidad. Abofeteaba al espectador, le sacudía y le invitaba a reflexionar: esto es lo que puede pasar si la tecnología cae en las manos equivocadas o si se saltan los límites éticos. En 2025, cuando la inteligencia artificial ya es el pan nuestro de cada día, cuando todos esos debates ya se han superado y las distopías están en los titulares de primera plana de los periódicos, Black Mirror ha tenido que reinventarse para intentar mantenerse relevante. Por eso, la séptima temporada, los seis nuevos capítulos que Netflix estrena hoy jueves, toma como punto de partida la tecnología, sí, pero pone el foco en lo que nos hace humanos: las emociones.


