La inteligencia artificial cambió la escala de la desinformación. Hoy es posible fabricar audios falsos, imágenes manipuladas o hechos que nunca ocurrieron en cuestión de segundos. No hablamos ya de un artículo malintencionado o de un tuit engañoso, sino de una maquinaria capaz de producir mentiras en masa, con realismo y velocidad, difíciles de distinguir de lo verdadero. El mayor daño no es tecnológico: es la pérdida de confianza.