La hipocresía antioqueña y la salida en falso de Comfama

hace 1 semana 8

Jeison López, Hechos de historia

Por Jeison López.

A la sombra de lo diferente, con amor y asombro”. Esta es la frase de un hombre que tuvo el transcurrir de su infancia “entre el bienestar del campo y el horror de la escuela”. Sí, hablo de Gonzalo Arango Arias, un poeta revolucionario, nadaísta. El hijo del filósofo Fernando González, Simón González, conocido como “el brujo Simón”, amante de las ciencias ocultas, también poeta, político y “otras cosas más”, utilizó la frase anterior como consigna en el primer Congreso Mundial de Brujería que se celebró en Colombia hace cincuenta años.

Entre el 24 y el 28 de agosto de 1975, Bogotá fue la sede de uno de los eventos más polémicos que se han desarrollado en el país. En los pabellones de la Feria Internacional, hoy Corferias, se abordaron temas relacionados con la brujería, el tarot, el vudú, los ovnis, el chamanismo, la sociología y la antropología. Pese a la controversia y la división que generó, dicho evento congregó alrededor de 3000 participantes. Fue tan sonoro que tuvo eco en medios internacionales, tales como Rolling Stone, The Guardian y Le Monde.

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Medio siglo después, la Caja de Compensación Familiar de Antioquia (Comfama) apoyó la celebración del quincuagésimo aniversario de aquel congreso en el Claustro San Ignacio, en la ciudad de Medellín, los días 17 y 18 de octubre, con una variada programación que incluyó espiritualidad afrocolombiana e indígena, cocina tradicional, literatura y música. No obstante, los organizadores se la jugaron con títulos disruptivos en el itinerario del evento. Lo que ellos consideraron una apuesta cultural, que para muchos lo fue, hirió susceptibilidades, principios y creencias en un sector considerable de la población antioqueña, caracterizada en cierto modo por ser camandulera y rezandera.

Lo anterior no es un juicio de valor, históricamente la sociedad antioqueña ha sido solapada. Seguro varias de las personas que se opusieron, las que advirtieron que si el evento se realizaba se retiraban de la caja de compensación, han acudido a las ciencias ocultas para solicitar protección, “amarrar” al ser que aman, ahuyentar las malas energías y saciar la incertidumbre de futuro… Ustedes sabrán, queda a su imaginación. ¿Por qué solapada? Digamos más bien “reservada”. Desde la colonia y la fundación de la República, los curanderos, teguas, yerbateros, herbolarias y nigrománticas fueron estigmatizados y vilipendiados. Sin embargo, su presencia, prácticas y ritos sobreviven en la cultura paisa, inmersa en los que aplican: “el que peca y reza empata”.

No obstante, los principios, las creencias y la cosmogonía de las personas que piensan distinto tienen cabida en la “mesa de discusión” que se originó tras la celebración de los cincuenta años del primer Congreso Mundial de Brujería. Sería extraño, poco incluyente si los invalidaran. Tanto es así, que el mismo director de Comfama, David Escobar, fue consciente de la “salida en falso”. De manera pública, a través de una carta dirigida a los antioqueños y a la opinión pública, se excusó por la polémica que generó el evento. Quizás eso fue, la polémica. Lo curioso es que sus asesores, su círculo cercano, no le dieron un campanazo de realidad: está en Antioquia. Por más que sea director, no deja de ser una figura política, en el momento más social que partidista.

La participación de Comfama definitivamente fue una “salida en falso”. Conociendo el antecedente que hubo hace cincuenta años en el primer congreso: ¿quisieron ser tendencia nacional, internacional?, ¿fueron imprudentes?, ¿debieron usar un eufemismo en el título del congreso o los enunciados del itinerario en la programación? ¡Pilas David! ¿Dónde están los asesores? Antioquia no deja de ser costumbrista, conservadora, es la Antioquia en la que crecimos, “entre el bienestar y el horror de la escuela”.

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