Desde las profundidades del embalse Peñol – Guatapé emerge una estructura metálica que se ha convertido en símbolo de resistencia y memoria: la Cruz del Viejo Peñol. Con 25 metros de altura, este monumento fue izado en 1984 por el presbítero Francisco Ocampo sobre la base de concreto donde se erigía el antiguo templo parroquial, justo en el lugar que ocupaba el altar.
La cruz marca el corazón espiritual del municipio de El Peñol antes de su desaparición, cuando a finales de los años setenta fue inundado para dar paso a uno de los proyectos hidroeléctricos más importantes del país. El embalse, de unas 1.200 hectáreas, obligó al desplazamiento completo de la comunidad entre 1978 y 1979, así como a la exhumación de más de mil cuerpos del cementerio local.
En un principio, se había acordado conservar el frontis del templo como recuerdo del pueblo sumergido, cuyas torres se veían sobresalir de las aguas. Sin embargo, una disputa con Empresas Públicas de Medellín (EPM) derivó en su demolición con dinamita, hecho que generó profunda indignación entre los habitantes.
Como respuesta, se levantó la actual cruz, no solo como símbolo religioso, sino como testimonio de una comunidad que se vio forzada a empezar de nuevo. Cada 6 de enero, los peñolenses se congregan allí para celebrar la tradicional Misa de Pueblo Viejo. Desde la base de la cruz, el sacerdote oficia la ceremonia mientras los asistentes, desde lanchas, planchones o la Casa Museo, rinden homenaje a su historia.
La inundación del Viejo Peñol marcó un antes y un después en la identidad de sus habitantes, muchos de los cuales aún lamentan la pérdida de su patrimonio cultural y arquitectónico. No obstante, con el paso del tiempo, el nuevo El Peñol ha sabido reinventarse como un destino turístico, con una réplica de su antiguo centro y una oferta que gira en torno a las actividades acuáticas.
Hoy, el embalse Peñol – Guatapé no solo provee energía a buena parte del país, sino que guarda en sus aguas una historia de desarraigo, resistencia y transformación. La Cruz del Viejo Peñol sigue en pie, como faro de memoria, fe y pertenencia.