“Libre, libre para expresar lo que siento en el corazón y no tengo que callar”. La letra lleva escrita y publicada desde 1989, y tampoco permite deducir una pericia literaria superlativa, pero alguno (y no digamos alguna) se emocionaría pensando que no hay manera más emotiva de prender la mecha desde el corazón mismo de la autoproclamada tierra de la libertad. El primer verso de Oye mi canto resonó en la Plaza de Colón a las 13.08, con puntualidad razonable y apenas tres minutos después de que la principal promotora de este concierto gratuito de Gloria Estefan (para el público, no para las arcas autonómicas: 480.000 euros), la presidenta regional Isabel Díaz Ayuso, accediera a la zona vip frente al escenario y esbozase una sonrisa tímida mientras se aprestaba a los consabidos selfis de la afición. Que ni fueron tantos ni tan efusivos como podríamos pensar en tan señaladísimo enclave, epicentro de ese Madrid que es “España dentro de España” (lo que quiera que signifique eso).