Fútbol y vacaciones

hace 1 día 9

Son las siete y media pasadas de la tarde y en la playa de Patos (Pontevedra) aún hay bastante gente. Imagino a algunos novatos como yo despistados con la hora, no siendo del todo conscientes de que en esta parte de la península aún quedan unas tres horas de sol. Veo a un padre y a un hijo jugando a las palas como si fuera la final de Roland Garros, neceseres de futbolista paseando por la orilla portados por sus respectivos dueños. Detrás de mí hay un grupo de preadolescentes que acaban de llegar a las toallas, arremolinados todos, obedeciendo a regañadientes a ese mandato materno que indica que toca ponerse camiseta o sudadera para no coger frío. Los escucho, pero no los veo. Hay murmullo, hay silencio. Hasta que se rompe.

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