Estamos de moda los viejos

hace 1 semana 10

Estamos de moda los viejos

Resumen: Cuenta la historia que, en los albores de la humanidad, el hombre acudía a la naturaleza, donde con toda seguridad, encontraría solución a cualquier problema, respuestas a muchas preguntas, y sobre todo un estado de bienestar

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De manera recurrente he leído en la prensa y escuchado en la radio que «Fulano, Zutano o Mengano«, es el hombre más longevo de tal pueblo o lugar, parece que compitieran por ocupar el primer puesto entre los más viejos; lo curioso es que vivan tantos años en medio de una proliferada contaminación. Como ocurre casi siempre cuando un tema me inquieta, me puse cómodo, serví café, leí y me dispuse a pensar y escribir sobre el tema.

Cuenta la historia que, en los albores de la humanidad, el hombre acudía a la naturaleza, donde con toda seguridad, encontraría solución a cualquier problema, respuestas a muchas preguntas, y sobre todo un estado de bienestar. Por muchos años el homo sapiens sapiens se sirvió de la naturaleza, en ella los reinos animal, vegetal y mineral estuvieron a su disposición para satisfacer sus deseos y necesidades; fueron épocas donde el aire era fresco, los ríos cristalinos y los frutos abundantes, para algunos todo iba bien, para otros no.

En el siglo XVIII, el francés Antoine-Laurent de Lavoisier, considerado el creador de la química moderna, con sus teorías de la ley de conservación de la masa, la teoría calórica y sus estudios sobre la fotosíntesis, incitó al hombre a transformar el mundo en su contextura física, y sin reparo alguno, experimentos y más experimentos no han cesado hasta el día de hoy, donde la química, o mejor los productos químicos, nos tienen asfixiados. Cambiamos el papel por el plástico.

Inquieto por saber el por qué las personas vivimos cada vez menos, leí un informe que dice que la longevidad tiene mucho que ver con la alimentación; entonces entendí que fueron los últimos cincuenta años los que degradaron el planeta a pasos agigantados, en algunos lugares es imposible sobrevivir debido a la mala alimentación y la sobrecarga de contaminación que viene cegando vidas sin compasión. Para el caso de Colombia, a mediados del siglo anterior, la gente se alimentaba con productos cien por ciento naturales, los campesinos le arrancaban a la tierra plátanos, yucas, papas, arracachas, zanahorias, repollos y sobre todo muchas frutas frescas. La carne, el pollo, los huevos y el pescado eran naturales al igual que los cereales. Desafortunadamente, hoy todo está intervenido químicamente, la sopa viene en sobres, los condimentos son preservados, los cereales son procesados, en fin, todo viene listo y en ocasiones hasta precocido. La cocina natural de nuestras abuelas ha desaparecido, se fueron los olores y sabores que daban ese sello natural a los alimentos.

Tiempos aquellos donde las abuelas sanaban todo tipo de dolencias con ramas; plantas que sembraban en sus huertas para todo tipo de malestar, sí, con bebidas sanadoras nuestras abuelas hacían las veces de médicos. Hoy, en lugar de remedios caseros inundamos nuestro organismo con enormes cantidades de fármacos, los cuales, algunas veces, más que bien nos hacen mal. Cuántos residuos químicos quedan en nuestro cuerpo después de una enfermedad, restos que dejan las pastillas, los jarabes, los ungüentos y las inyecciones. ¡Ah!, las abuelas, mujeres extraordinarias, lucían una belleza natural sin necesidad de nada postizo, y es que la cosmetiquera no hacía parte de sus objetos personales, para ellas sólo existía el agua de rosas, la manteca de cacao, la penca de sábila y uno que otro secretito casero que les hacía ver su cutis terso y limpio, cutis que muchas mujeres de hoy envidiarían. En realidad, tanto el hombre como la mujer del siglo XXI son poco naturales, se dejan llevar por cuanto producto químico promocionan a través de la televisión y las redes sociales, les ofrecen cremas para adelgazar, para las arrugas, para las manchas, para las estrías… hasta la belleza dejó de ser natural. Tristemente los fertilizantes y abonos químicos están secando la tierra, al igual que los cosméticos están resquebrajando la piel de nuestras mujeres. ¡Cómo no añorar lo natural!

Otrora el jabón se extraía del cebo de la res o del árbol de chumbimbo, un árbol frondoso que daba una pulpa en bolitas llamadas chumbimbas de donde salía el jabón, hoy el jabón se hace en los laboratorios y no tiene nada natural, todo son procesos químicos. Parece chistoso, pero, hasta los vicios era naturales; nuestros abuelos fumaban tabaco natural, con destreza cogían la hoja de tabaco, hacían el surullo y se lo fumaban, igualmente hacían chicha natural de maíz o de cascaras de piña y se embriagaban, para ellos no existía el ron, el whisky, el vodka, el tequila etc., ¡uh!, ¿cuánta basura podrá tener un cigarrillo, con qué aguas harán los licores modernos? Por último, digamos que los juguetes eran de madera, había trompos, carros, pirinolas o baleros, la madera los hacia ver naturales y sobre todo muy hermosos.  Y, es que hasta las camas eran de madera al igual que las sillas y las mesas, con decir que las ollas eran de barro y las cucharas de palo, sí, otrora hasta el amor era al natural, no existían condones, espermicidas, dispositivos intrauterinos, píldoras anticonceptivas, etc.  Tal vez nosotros no seamos naturales sino artificiales, o mejor compuestos químicos. Si, estoy por creer que yo soy un compuesto químico, tengo más componentes químicos que elementos naturales, no viviré cien años.

“No se es viejo por tener años, la vejez se refleja en la experiencia, hay jóvenes viejos y viejos inmaduros”.
Carlos Mario Cortés Rincón.

Las opiniones que aquí se publican son responsabilidad de su autor.

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