El icónico Renault 4, recordado por generaciones de colombianos como el vehículo que motorizó a la clase media y acompañó el desarrollo del país en los años setenta y ochenta, podría convertirse oficialmente en patrimonio nacional. Diversos sectores han propuesto que este modelo, símbolo de una época y del progreso industrial, sea reconocido por su valor cultural, histórico y social.
El Renault 4 llegó a Colombia en 1970, cuando Sofasa inició su producción en la planta de Envigado, Antioquia, marcando el inicio de la era Renault en el país. Su accesibilidad, economía y resistencia lo convirtieron rápidamente en el “amigo fiel” de miles de familias, campesinos y trabajadores que encontraron en él un aliado para la vida cotidiana y el trabajo.
Su historia comenzó en 1966, cuando el concesionario Los Andes trajo las primeras unidades desde España. Cuatro años más tarde, Sofasa ensambló el primer modelo colombiano, dando origen a uno de los carros más recordados del siglo XX. El médico Darío Mesa Upegui fue el primer comprador del Renault 4 en Colombia, pagando 73.900 pesos de la época, un monto que equivaldría hoy a unos 65 millones de pesos.
Durante 22 años de producción, este vehículo se consolidó como parte del paisaje nacional. Su versatilidad lo llevó de las calles urbanas a las carreteras rurales, y su imagen quedó inmortalizada en la publicidad de los setenta con la campaña del “Amigo Fiel”, creada por la agencia Propaganda Sancho. En ella, el pequeño auto rojo acompañaba a una familia en sus viajes por montañas, carreteras y playas, reforzando su lugar en el corazón de los colombianos.
Actualmente, clubes de entusiastas celebran cada año el aniversario de su llegada al país, restaurando los pocos ejemplares que aún circulan y manteniendo viva la memoria de este modelo que trascendió lo automotriz para convertirse en un verdadero símbolo cultural.
La propuesta de declarar el Renault 4 patrimonio nacional busca reconocer ese legado que combina historia industrial, identidad colectiva y afecto popular. De aprobarse, el “Amigo Fiel” pasaría a ocupar un lugar junto a los emblemas más queridos de Colombia, como un reflejo de la sencillez, la resiliencia y el espíritu trabajador de toda una generación.