No hay día sin Trump, no hay semana sin Trump, no hay mes sin Trump. La política mexicana está acaparada en lo absoluto por la omnipresencia del mandatario estadounidense en los asuntos que conciernen a ambos países, que no son pocos: la lucha contra el narcotráfico y los criminales, la migración, el lavado de dinero, los políticos corruptos y los importantes acuerdos comerciales que tienen en vilo a todo el país, dada la asimetría en la relación bilateral y las muchas dependencias económicas de México respecto al gigante del norte. Los titulares encabezados por Estados Unidos monopolizan los medios de comunicación sin solución de continuidad. Esta semana, especialmente, Estados Unidos inició su agenda mexicana acusando a dos empresarios de sobornar a la petrolera estatal, Pemex, siguió con el envío de 26 reclusos al país vecino y acabó con la detención en Texas de Carlos Treviño, un pez gordo, último director de Pemex en el Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018). Y no fue todo, la semana comenzó con halagos por parte de la Administración trumpista a la colaboración entre “aliados” y acabó con un guantazo en toda regla: “México y Canadá hacen todo lo que les decimos”, soltó el presidente. La semana que viene, más.